Manuel
Salazar
La
hegemonía social, es decir, la necesidad y voluntad de los sectores dominantes
de que prevalezcan sus intereses tiene sus principales soportes en  el 
Danilismo y el Leonelismo; que no está de más subrayar que son
corrientes del mismo partido en el poder.
 Es un hecho singular, pero nada extraño en la
historia dominicana, si se tiene en cuenta que, aunque con matices diferentes,  en un tramo  de la vida nacional esta estuvo modulada por
la competencia entre  Báez y Santana, del
mismo litoral  conservador, y  el uno surgido desde las mismas filas
del  otro.
El
concepto de  “hegemonía social” es clave  para analizar este momento,  porque   ”las clases no  se suicidan” y por encima de cualquier otra
consideración, están  sus  intereses. 
 Para garantizarla han  apelado a la intervención militar de los
marines norteamericanos en dos ocasiones (1916 y 1965);  en cada una de las cuales dejaron con aquel
mismo fin las condiciones para dictaduras como las de Trujillo (1930-1961)  y la  de
Balaguer (1966-1978).  Y para lo
mismo  han  probado  el  bipartidismo
(PRD-PRSC),  y cuando  este fue erosionado a partir de que el
PLD  se hizo con una cuota importante en
el congreso, entonces apelaron al  pacto
entre tres.  Los empresarios   agrupados en el CONEP, la embajada y la
cúpula de la iglesia católica pusieron el empeño correspondiente para esta
orientación sistémica.  
 La cuestión principal  de la hegemonía social hoy  es que, por un lado   pende
del que controla el presupuesto, o como dice la sabiduría del pueblo,  “el que paga manda”, en torno al cual hay
muchos  que quieren continuar en esa
posición  más allá del 2016.   Mientras que del otro lado, están los  que saben que 
“el que va a Villa pierde la silla” y no pueden postergar sus
aspiraciones.
En este
momento hay más enfrentamientos entre esas dos corrientes que las que hay entre
la oposición y el gobierno; y mientras, el PLD sigue altamente valorado en las
encuestas.
 Esto es un desafío a la oposición, al
contenido y perfil de la misma.
 Abre un
paréntesis. Una muestra de hegemonía es que a pesar de que otros actores
importantes han incidido en los temas relacionados con la  corrupción y 
los nacionales haitianos, estos se convierten en principales en el
debate y la comidilla colectiva a partir de las pesquisas del ministerio
público contra hechos señalados de enriquecimiento ilícito por parte de
exfuncionarios,  limitadas, pero lo
suficientemente emblemáticas como para dejar clara la intención;   y   de  que  Vincho Castillo y sus seguidores pusieran en
movimiento inteligencia e intenciones para despertar prejuicios  antihaitianos  que  lo
mismo crean  un entorno internacional
incómodo al gobierno, como procuran  una
plataforma de “unidad de la nación” para desplazar por ahí  las aspiraciones presidenciales de su
candidato preferido.  Cierra el
paréntesis.
Con
Antonio Gramsci  hemos aprendido que para
que sea completa, la hegemonía social tiene que abarcar  la cultura y 
la cuestión de  los valores
dominantes.  Un análisis elemental de  cómo andan en nuestro país nos permite
concluir con facilidad en que aquí  puede
ocurrir cualquier cosa en las ideas y prácticas políticas.  
 Ahora no recuerdo   quien
del mundo intelectual o político asegura que en materia de valores la República
Dominicana se adentra con buen impulso a la época de lo estrafalario.  Echen no más un vistazo a los pactos firmados
o insinuados de las últimas semanas y verán hegemonía, aplatanada.

Pero todavía queda un poquito de tiempo y
suficiente espacio político para instalar 
un polo contra- hegemónico.  En  medio de una situación tan  singular, los que se reclaman  alternativos son los que pueden  inclinar la balanza en favor del cambio,  y  con
un poquito de buen juicio pueden y deben hacer uso de la  fortaleza que le da este momento histórico, este
ahora,  para empujar en el sentido de una
inflexión política mediante un pacto, especialmente con el PRM, para  construir una opción electoral centro-
progresista, unitaria,  posiblemente
multiforme,  que  haga contrapeso  a  las
corrientes principales en el PLD,  las  garantes de 
la  hegemonía social de los sectores
dominantes; así haya posiciones e intereses funcionales al sistema  en 
aquel posible  pacto opositor.

+ There are no comments

Add yours

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.