RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Resulta
imposible hablar de la Restauración (1863) 
sin hablar de la Independencia (1844). Y claro está,  no podemos referir la Independencia dominicana
sin  el nombre de Juan Pablo Duarte,
quien fuera el armador del proceso político que condujo al logro de ese
objetivo, lo que lo  convirtió  en fundador de la República.
Al constituirse  la República Dominicana, quedaron al
frente  del poder político los  representantes de la ideología conservadora,  encabezados por el presidente Pedro Santana. Los
trinitarios representaban  las ideas
liberales, el nacionalismo verdadero. Santana no quería cerca a nadie que
oliera a las ideas democráticas de Juan Pablo Duarte.
A unos los
fusiló y a otros los  sacó del país. El
padre de la Patria fue de los extrañados. 
A sólo seis meses de fundada la República, el  22 de agosto de 1844, Duarte fue sacado del
país. Se radicó en Caracas, Venezuela, y allí
estaba cuando en marzo de 1861, Santana entregó la soberanía nacional al reino
de España.          
En el exilio, el Patricio contacta  a algunos amigos y leales independentistas y
pone en marcha un movimiento de apoyo a la recuperación de nuestra soberanía.   Desde  abril de 1862, Duarte    busca  ayuda en Venezuela  con el fin de retornar  al  país
para unirse a los planes conspirativos contra la dominación española.
Duarte   hizo gestiones con el gobierno venezolano   y  consiguió ayuda material. Según los informes,
recibió  la suma de mil pesos, para ser
usados en pro de restaurar la Independencia dominicana.  Pagó  un flete a los fines de ser traslado con su
tío Mariano, su sobrino Vicente Celestino 
y el poeta y soldado patriótico  Manuel
Rodríguez Objío.
Venía  a  ponerse a la orden del gobierno provisional,
comandado por el general José Antonio Salcedo. Arribó al país el 25 de marzo de
1864 tras 20 años de ausencia, poniéndose a las órdenes del Gobierno
restaurador. Su primera visita fue dispensada a su amigo el general Matías
Ramón Mella que se encontraba enfermo.
Llegaron al puerto de Montecristi -Norte de la isla-  donde fueron recibidos por el general Benito
Monción, luego continuaron hacia  Guayubín.  En ese momento, la guerra se había tornado
insoportable para los españoles,  el gobernador
La Gándara  pidió autorización al monarca
 ibérico para iniciar negociaciones de
paz. Hubo que dársela.

La  salida de
las tropas españolas se inició el diez de julio de 1865. La nación volvía a ser
libre y soberana de toda potencia extranjera, como planteara  siempre su ilustre fundador, Juan Pablo Duarte.
Este domingo se cumplen  152 años de esa
gloriosa  gesta, específicamente del
inicio de la guerra  que permitió
restaurar nuestra Independencia. 

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