RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
El 4 de junio de 1864 falleció en Santiago
de los Caballeros Matías Ramón Mella, héroe y mártir de la Independencia dominicana.
No murió por una descarga de artillería, no cayó en el campo de batalla, no fue
fusilado por el enemigo, pero su muerte es martirio porque ocurrió por causa de
sus luchas en pro de restaurar  la
Independencia.
Nació el  25 febrero 1816. Tres años más joven que Juan
Pablo Duarte. En 1838, cuando se funda la sociedad  Trinitaria, tenía 22 años.  En febrero de 1844, al momento de proclamarse
la República,  cumplía 28. Mella mereció
gran confianza de Duarte y en tal virtud recibió encomienda de diligencias políticas
en Haití, con los opositores al gobierno.
Los trinitarios buscaban acercamiento con
los haitianos descontentos con el gobierno de Charles Rivière-Hérard. Mella,
incluso, fue prisionero por eso y llevado a Puerto Príncipe. De este patricio
se ha dicho  que era resuelto,
temperamental y decidido. Nada lo detenía frente al enemigo. Esa condición se
puso en evidencia la noche del 27 de febrero 1844.
En la hora decisiva,  algunos de los comprometidos con el proyecto
independentista  andaban lentos, vacilantes
y retrasados, lo cual  impulsó a Mella a
disparar su trabuco. Con ese disparo al aire se declaraba  la guerra por la Independencia. Comenzaba a
nacer la República Dominicana. Los días siguientes serían marcados por sangre y
fuego.
A poco de proclamada la República, Mella
fue a la región del  Cibao a organizar acciones  de guerra y dirigir la defensa del territorio
nacional. Aunque no se encontraba en Santiago cuando la batalla del 30 de marzo,
 por estar ocupado en  la formación de tropas en la Sierra,
persiguió a Jean-Louis Pierrot, jefe militar haitiano,  y aceleró su fuga.
Cuando se inició el debate sobre quiénes
debían  dirigir la nueva república, Mella
–fiel al sentimiento trinitario- desde el Cibao proclamó a Duarte como
presidente, entendiendo que era el más idóneo. Pero esto no agradaría a
caudillos en ciernes, por ejemplo Santana.  Por eso  fue a parar a la cárcel y luego al destierro.
Regresó cuatro  años después. Se ligó políticamente al
presidente Santana, de quien fue secretario. Luego fue ministro de Guerra  en varias ocasiones. En 1854 fue nombrado
ministro plenipotenciario para buscar ante  el  gobierno español el reconocimiento de nuestra
Independencia, siempre amenazada por el vecino Haití.
Antes de la anexión de nuestro territorio  a España (1861),  Mella fue sacado del país. Regresó y les
expresó  su desacuerdo a las autoridades
españolas. Lo sacaron de nuevo. En 1863 estalla la guerra Restauradora y el
patricio regresa y se incorpora a la lucha. En enero de 1864 se dirigió al Sur
a organizar la lucha por la Restauración. Tuvo poco éxito.
Regresó al Cibao por esos montes del centro
de la isla, pasó hasta hambre. Enfermó. El presidente Salcedo lo había nombrado
vicepresidente del Gobierno Restaurador, pero no ocupó el cargo, porque
murió  el 4 de junio de 1864. Aunque  sin plomo ni espada, Mella murió por causa de
la  restauración de  nuestra Independencia. Es héroe y mártir.

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