RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Ocurre con frecuencia que  personas vinculadas al mundo intelectual
consideren que el acto de puesta en circulación 
de un libro equivale a un parto y que por tanto  la nueva obra nace en  el momento en que es presentada al público.
Me parece que yerran quienes piensan de este modo.
Parir una 
obra literaria no es acto 
homologable  con una ceremonia tan
simple, tan indolora y  tan gozosa como
la que suele  rodear el lanzamiento de
las nuevas publicaciones. No es justo confundir el  nacimiento de la criatura con el acto de   “anunciación” de la misma. Parir un
libro  no es ni   puede ser jamás un acto de un solo día.
El libro, como toda criatura,  conlleva un proceso de gestación y el trabajo
de parto  puede durar meses, como  puede llevar años. Todo depende de elementos
tales como la magnitud y complejidad de la obra, así  como de la 
capacidad de trabajo del autor y del tiempo que dedique a esta
complicada tarea.
¿Cómo puede decirse que “Cien años de soledad”,
monumento cumbre de la narrativa latinoamericana,  fue parida aquel día de 1967 cuando se dio a
conocer? Su autor, Gabriel García Márquez, ha dicho que  el acto material de escribirla le llevó
18  meses, pero llevaba dos décadas  gestándola 
en su mente y su conciencia.
Por igual, José Lezama Lima, que  había ganado buen nombre con su obra poética,
 sus cuentos y sus ensayos, hasta que a
los 56  años de edad publicó otro inmenso
monumento de la narrativa latinoamericana, la gran novela “Paradiso”,  de la cual se ha dicho  que explica 
el universo poético  del connotado
escritor cubano.
Manuel Salvador Gautier ejerció a plenitud la
profesión de arquitecto desde 1955,  cuando
egresó de la Universidad de Santo Domingo, 
y al mismo tiempo fue diseñando en su conciencia  un proyecto 
literario de múltiples dimensiones, del 
cual se han desprendido  dieciséis
novelas. La  primera,  “Tiempo para héroes”, requirió años para su concepción.
En noviembre de 2008 fue publicada la novela “La
tumba vacía”, del doctor Arnaldo Espaillat Cabral, acreditado oftalmólogo,  quien relató que desde 1957 elaboró el borrador.
Al ser torturado por la  dictadura de los
Trujillo, su obra fue  quemada, pero la
recuperó gracias a unos pliegos conservados en un baúl de su madre.

Escribir es un trabajo exigente. Quien se
dedica a esto como oficio, estará siempre 
 gestando  la próxima publicación. Algunas  personas 
han concebido una obra como el sueño de su vida. La puesta en
circulación puede ser el bautizo o presentación en sociedad, pero nunca el
parto.  Parir un libro es un trabajo más
complejo. 

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