Por Michael S. Fenster

“Está obsesionado por un demonio, un demonio contra el que se
siente impotente, porque en su primera manifestación no tiene rostro, ni
nombre, nada; Y las palabras, el poema que hace, son una especie de exorcismo
de este demonio”. ~ T. S. Eliot

El hambre puede ser una especie de demonio, un impulso sin rostro que
nos obliga a, a veces, comportamientos no deseados. Pero el hambre es un
demonio cuyo nombre conocemos, y los nombres tienen poder sobre los no
invitados, especialmente cuando conocemos tanto su nombre como su fisiología.
El nombre del hambre es grelina.

La grelina fue descubierta en 1999 e identificada como un ligando
endógeno del receptor secretagogo 1a (GHSR1a) de la hormona del crecimiento. El
vínculo entre el hambre y la grelina se descubrió por primera vez durante los
primeros estudios que utilizaron una infusión de grelina suprafisiológica en
humanos e informaron sobre el hambre como efecto secundario, un hallazgo que
muchos estudios han confirmado desde entonces. Los estudios también han
demostrado una gama pleiotrópica de efectos biológicos más allá del apetito,
incluido el equilibrio energético, la homeostasis de la glucosa, la función
inmunológica, el sueño y la memoria.

La grelina existe en dos formas, acilada (AG) y desacilada (DAG), y la
mayoría, aproximadamente el 80%, del gremlin biodisponible circula como DAG.
Esto es importante porque “mientras que el AG ha estimulado el apetito en
modelos humanos y animales, se ha demostrado que el DAG no tiene ningún efecto
o suprime el apetito”. Las variables en nuestra relación entre la
alimentación y la salud dependen no solo de lo que comemos, sino también de la
cantidad. La cantidad que comemos a menudo está directamente relacionada con el
hambre que experimentamos. Si bien la inclusión de un programa de ejercicios es
un hecho para cualquier receta para la salud y el bienestar, un beneficio
adicional del ejercicio podría ser la supresión del apetito.

El estudio de esta semana buscó investigar el efecto de la intensidad
del ejercicio en los niveles de grelina y el apetito en los seres humanos.

El estudio:

En el estudio participaron individuos de entre 18 y 55 años con un IMC
de 18,5 a 24,9 kg/m².

El grupo estuvo formado por ocho hombres con una edad media de 43,1 años
y un IMC de 22,2 kg/m² y seis mujeres con una edad media de 32,2 años y un IMC
de 22,7 kg/m².

Los participantes
fueron sometidos a tres niveles de intensidad de ejercicio: control (CON, sin
ejercicio), intensidad moderada (MOD, un nivel de ejercicio moderado) y alta
intensidad (HIGH, un nivel de ejercicio de alta intensidad).

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