RAFAEL PERALTA ROMERO
Con el impedimento de colocación  en la televisión de  un documental de diez minutos realizado por
el PRM (Partido Revolucionario Moderno) el presidente Danilo Medina y su partido
(PLD) han incurrido en lo que se dice espantarse con su propia sombra. ¡Campaña
sucia!, gritaron sin que  el documental
fuera  presentado.
La recopilación  de actos indignos narrados, con imágenes
reales, en el vídeo del PRM resulta benigna en proporción con las  indelicadezas que están ocurriendo en
República Dominicana. ¿Es mentira, acaso, que el presidente Medina  juró no repostularse y luego sobornó a todos
los legisladores para alterar la Constitución y 
conseguir la repostulación?
Voceros notables del PLD y del gobierno
expresaron que   el documental “La verdad
que Danilo quiere ocultar”  es
difamatorio porque relata vínculos del mandatario  con  la  firma constructora brasileña que  preside Marcelo Odebrecht, quien guarda
prisión en Brasil acusado de corrupción. ¿Es falsa la relación de Medina con dicho
empresario y  el gobierno  de ese país?
Recientemente escuché a un perico mediático
del gobierno  decir que  el documental del PRM era un refrito. En
periodismo, este vocablo  se emplea
despectivamente para indicar  que una
historia noticiosa se ha compuesto a partir de otras. En verdad, Medina y su
gobierno han quedado como Chapeleto después de 
su célebre  confesión.
Chapeleto (Ciappelletto, en italiano)  es personaje del Decamerón, la magnífica
colección de relatos de Giovanni Boccaccio. Era individuo de mal vivir: siendo
notario, sentía grandísima vergüenza si alguno de sus instrumentos no fuera
falso. Mentía, engañaba, hurtaba. Tenía todos los vicios.
Gran blasfemador era contra Dios y los
santos. Mujeriego en exceso. Robaba con la misma conciencia con que oraría un
santo varón. Se le sabía golosísimo y gran bebedor hasta a veces sentir
repugnantes náuseas; era jugador con dados trucados. Se fue a Borgoña donde
casi nadie le conocía a encargarse de unos negocios de otro. Allí enfermó y un
benévolo fraile acudió a confesarle.
El fraile quedó gratamente sorprendido con
los  leves pecados que confesara
Chapeleto. “Hijo mío, estos pecados son naturales y son asaz leves, y por ello
no quiero que te apesadumbres la conciencia más de lo necesario”. Luego
Chapeleto lloraba por vergüenza de confesar otra falta: que alguna vez escupió
dentro de una iglesia.
 Viendo
el fraile que nada le quedaba por decir al enfermo, le dio la absolución y su
bendición teniéndolo por hombre santísimo, creyendo ser cierto  lo que el sujeto había dicho. El cura le pidió
que si falleciera permitiera ser sepultado en el convento. Y el bandido aceptó.
 Empeorando sin remedio, recibió la
última unción; y poco después del crepúsculo, el mismo día que había hecho su
confesión, murió.
Subiendo al púlpito, el santo fraile que lo
había confesado  habló sobre él y su
vida, sobre sus ayunos, su virginidad, su simplicidad e inocencia y santidad. Predicó
maravillosas cosas.  Y  creció la fama de su santidad y la devoción en
que se le tenía y lo llamaron y lo llaman San Chapeleto.
Hace 
665 años que Boccaccio escribió esta historia, pero me hace pensar que
el vídeo del PRM es para Danilo y el PLD como la confesión de Chapeleto, quien
por la ingenua bondad del confesor adquirió la categoría de santo.

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