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encuentra en una posición privilegiada para convertirse en un centro regional
de manufactura ligera, gracias a los cambios recientes en la política comercial
de Estados Unidos y a su acceso preferencial al mercado norteamericano bajo el
acuerdo DR-CAFTA.
El pasado 2 de abril de 2025, el gobierno de EE.UU.
anunció fuertes aumentos arancelarios a productos importados desde varios
países asiáticos: 46% para Vietnam, 37% para Bangladesh y 32% para Indonesia.
Estos países han sido históricamente centros clave de manufactura para
industrias como calzado, ropa y artículos de consumo, por lo que estas medidas
están generando una reconfiguración inmediata en las estrategias de
abastecimiento de grandes marcas internacionales.
En este contexto, la República Dominicana se presenta
como una alternativa estratégica, especialmente en sectores de manufactura
ligera, que incluyen productos como calzado, textiles, confecciones, accesorios
y componentes técnicos. Bajo el acuerdo DR-CAFTA, los productos que cumplen con
las reglas de origen pueden ingresar al mercado estadounidense con un arancel
reducido de solo 10%, lo que representa una ventaja competitiva significativa
frente a los nuevos costos que enfrentan otros países.
“Esta coyuntura global abre una ventana única para que la
República Dominicana consolide su liderazgo en manufactura ligera”, expresó
José Miguel Clase, propietario de D’Clase Shoes, una de las principales
fábricas de calzado del país. “Tenemos una combinación ideal: cercanía
geográfica con EE.UU., mano de obra calificada, infraestructura industrial
consolidada y beneficios arancelarios reales”.
Además del atractivo fiscal, el país ofrece ventajas
logísticas que lo hacen ideal para modelos de producción más ágiles y
orientados a la demanda. Mientras los tiempos de tránsito desde Asia pueden
superar los 30 días, los productos fabricados en República Dominicana pueden
llegar a EE.UU. en menos de una semana, permitiendo una respuesta más rápida al
mercado y una reducción significativa en inventarios.
La manufactura ligera se adapta perfectamente al modelo
productivo dominicano: se basa en procesos con alto valor agregado humano,
requiere flexibilidad en la producción, y está orientada a productos
diferenciados, de alta rotación o sensibles al tiempo. En este sentido,
empresas como D’Clase Shoes ya están viendo un aumento en el interés por parte
de marcas que buscan relocalizar su producción fuera de Asia.
“El mundo está mirando hacia soluciones más cercanas, más
rápidas y más sostenibles. La manufactura ligera en la República Dominicana
puede ser parte de esa solución”, agregó Clase. “Estamos listos para crecer
junto a marcas globales que entienden el valor de producir cerca del consumidor
final.”
Con el apoyo del sector público y privado, el país puede
convertir este momento en una oportunidad para atraer inversión, diversificar
su oferta industrial y generar empleos de calidad en manufactura ligera. Es el
momento ideal para posicionarse como un socio confiable y competitivo para el
mercado norteamericano.
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