Por Redacción – puromarketing.com

La inteligencia artificial se ha instaurado como una de
las herramientas más disruptivas del siglo XXI, a menudo presentada como un
Bálsamo de Fierabrás tecnológico, capaz de curar todos los males corporativos,
desde la ineficiencia hasta los altos costos operativos. Sin embargo, su
integración en el tejido empresarial no está exenta de desafíos y, en algunos
casos, de arrepentimientos.

La fascinación por el reemplazo total de la fuerza
laboral humana con soluciones autónomas ha impulsado a diversas corporaciones a
tomar decisiones radicales, motivadas por la promesa de un futuro automatizado.
No obstante, la realidad ha demostrado que esta transición no es un camino
exento de baches, revelando que la tecnología, por sí sola, no es la panacea
para todos los problemas de negocio. La implementación de la IA como sustituto
del personal humano ha generado un debate crucial sobre la ética, la calidad
del servicio y la sostenibilidad de un modelo puramente automatizado.

La tendencia hacia la automatización masiva ha sido
notable en los últimos años, con empresas de diversos sectores buscando reducir
su dependencia de la mano de obra humana. Un ejemplo destacado es la startup de
comercio electrónico Dukaan, que optó por una drástica medida al despedir a un
considerable 90% de su equipo de servicio al cliente, sustituyéndolo por un
chatbot llamado “Lina”. La empresa justificó esta decisión
argumentando una mejora en el rendimiento y una reducción significativa de los
costos operativos en un 85%.

De manera similar, la plataforma de aprendizaje de
idiomas Duolingo despidió al 10% de sus traductores, confiando en la capacidad
de la IA para asumir esas responsabilidades. El gigante tecnológico Cisco
también realizó un ajuste significativo en su plantilla, recortando cerca de
5,900 puestos, lo que representa aproximadamente el 7% de su fuerza laboral, en
un movimiento que coincidió con una mayor inversión en IA y ciberseguridad. Por
su parte, IBM ha implementado herramientas de IA como “AskHR” para
automatizar tareas rutinarias de recursos humanos, como la gestión de
vacaciones y nóminas, logrando un ahorro de 3.5 mil millones de dólares. Estos
ejemplos no son aislados; grandes corporaciones como Meta, Google, Amazon y
Salesforce han reajustado sus plantillas en los últimos años, mostrando una
clara tendencia a reducir el personal en favor de una mayor automatización.

No obstante, la
euforia inicial por la automatización completa ha dado paso a una cautela
renovada, a medida que diversas empresas han experimentado las limitaciones y
los errores inherentes a esta tecnología. Klarna, la fintech sueca, se erige
como un caso emblemático. Tras reemplazar a 700 agentes humanos con una IA
propia en 2024, un año después, su CEO admitió que estaban reconsiderando su
estrategia. La calidad del servicio se vio mermada, lo que los ha llevado a
contemplar la recontratación de personal humano para roles de mayor valor. De
igual forma, McDonald’s puso fin a su proyecto de prueba de IA en su servicio
de atención al cliente en 2024, evidenciando que las complejidades del trato
con los clientes requieren, en muchas ocasiones, la empatía y el razonamiento
humano. La aerolínea Air Canada sufrió una costosa lección cuando un chatbot
proporcionó información errónea a un cliente, inventándose una política de
reembolso inexistente, lo que les costó 880 dólares en compensación. Este
incidente subraya los riesgos de confiar ciegamente en sistemas que pueden
carecer de la capacidad de discernir la verdad o de acceder a la información
correcta en tiempo real.

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