Hablamos con el actor dos veces
nominado al Oscar sobre Caza de brujas, el rumor más loco que ha escuchado
sobre él y cómo ha sido interpretar a Sam Altman (de nuevo a las órdenes de
Luca Guadagnino).

Por Rebecca Ford    Vanity Fair

Fotografía de Theo Wenner

Andrew Garfield trata de recordar qué
ha comido; algo importante únicamente porque está tratando de decidir qué
cenar. A su vez, esto es relevante solo porque el actor de 42 años está
encadenando varios proyectos grandes a una velocidad propia de Spider-Man y
tiene que mantenerse delgado.

Es natural que haya cierta confusión
cuando uno rueda tres películas tan seguidas: está Artificial, de Luca
Guadagnino, en la que interpreta a Sam Altman, el CEO de OpenAI (“Es un tipo
menudo y delgado de 40 años”); luego The Uprising, de Paul Greengrass, en la
que interpreta al líder de una revuelta campesina de la Inglaterra del siglo
XIV (“tengo que estar muy fuerte, pero también esbelto y ágil, como un
trabajador”) y una serie limitada de Apple TV en la que se transformará en el
showman Roy Horn, del dúo Siegfried & Roy. “Es un hechicero y semidiós
esculpido; un semihumano majestuoso, la reencarnación de un tigre, flexible,
muscular y fuerte”, describe.

La película de Altman supone cerrar un
círculo un tanto surrealista para Garfield, que saltó al estrellato en 2010
después de interpretar al cofundador de Facebook, Eduardo Saverin, en La red
social, la obra maestra de David Fincher. A Garfield le han ofrecido otros
papeles en historias sobre cómo la industria tecnológica cambia el mundo, pero
hasta ahora los había rechazado todos. “He estado muy, muy acobardado con otras
películas que tratan sobre el mismo mundo. Y, aun así, quise sumergirme en la
psique de un tipo que sale ganando porque yo interpreté al que se podría decir
que sale perdiendo por ser demasiado sentimental”, explica.

La experiencia atenuó parte de sus
miedos en torno a la inteligencia artificial y acentuó su fascinación hacia las
mentes que la impulsan. “Sea inevitable o no, no sé si alguna vez lo sabremos,
porque ellos sin duda se están asegurando de que lo sea con ese empujón de
propaganda. Me genera mucha curiosidad la gente que se autoengaña —o tal vez
sea cuestión de confianza en sí misma— creyendo que debería gobernar el mundo”,
reflexiona.

Desde que protagonizó La red social,
el actor dos veces nominado al Oscar ha trazado una carrera profesional
definida por el riesgo y la versatilidad: desde superhéroes (The Amazing
Spider-Man) hasta curas jesuitas (Silencio), pasando por genios artísticos (¡Tick,
Tick…Boom!), detectives torturados (Por mandato del cielo) y protagonistas
románticos tiernos atravesados por el luto (Vivir el momento). Gravita hacia
los personajes cuya naturaleza distan de la suya, pero Caza de brujas de
Guadagnino, en la que interpreta a un profesor acusado de abuso sexual, lo
llevó más al límite que la mayoría. “Fue realmente terrorífico. La verdad es
que nunca he interpretado un papel con la oscuridad de esta persona”, reconoce.

Su actual sprint
creativo contrasta profundamente con la quietud deliberada que persiguió en
2022. Pasó más de un año alejado de la actuación, y se refiere a aquella pausa
como “un período de tiempo en el que quise descansar. Solo quise reflexionar”.
Con el paso de los años, se ha vuelto más concienzudo a la hora de mantener
ciertas partes de su vida en la intimidad. Ahora se niega a hablar con la
prensa sobre su vida sentimental. “Lo siento como una violación de mi mundo
interior, de mi privacidad. Pensé que en algún momento se suavizaría, pero me
sorprende mucho decir que no ha sido así”, explica.

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