RAFAEL PERALTA ROMERO
Un ejemplo muy
notorio  del ejercicio irresponsable del
poder  consiste  en cerrar los oídos  ante los clamores de la población  cuando reclama  solución a los problemas que la
atosigan.  Pero también es  expresión de irresponsabilidad – quizás el
menos lesivo-  que un jefe de Estado se
lance  a las calles, cuando le
quedan  pocos  meses de mandato,  para ofrecer lo que antes no hizo.
Durante  los siete años y medio que lleva el doctor
Leonel  Fernández al frente del
gobierno,  cientos de  organizaciones sociales y voceros
comunitarios de uno a otro confín del país han estado solicitando la
construcción de obras  físicas
necesarias  para sus respectivas
localidades.
En todo ese tiempo,
el presidente Fernández  no escuchó
las  súplicas de quienes demandaban  reparación de calles y carreteras,  saneamiento de cañadas,  construcción  
de escuelas o instalación de acueductos, entre otras necesidades
perentorias.
Pero de repente, el
mandatario ha decidido recorrer el territorio nacional  para sembrarlo de promesas. Promete aquí y
promete allá y promete hasta lo que no se le ha solicitado.  Ofreció proyectos en La Romana, Baní,
Santiago, Samaná, en  barrios de la
Capital y  provincia Santo Domingo.
Justo a dos meses de
las elecciones en la que será escogido su 
sustituto, Fernández ofrece  
infraestructuras  que llevarían
mucho más del tiempo que le queda en el ejercicio del poder,  y  por
demás compromete la administración de su sucesor.  Sólo en Puerto Palta  prometió levantar obras por valor  de tres mil millones de pesos. Sume con las
de otros lugares.
La Plaza de la
Bandera   permaneció largo tiempo
esperando mantenimiento. Pero no había medio millón de pesos para  reponer una losa, limpiar la fuente,
colocarle bombillas. Pero  de pronto, fue
reparada  a gran velocidad a un costo de
80 millones. Un día se sabrá la verdad.
El  presidente Fernández  ofrece la construcción de  centros multiusos, asfaltado de calles,
escuelas y  mayor vigilancia para
controlar la  peligrosa inseguridad en
que  vive el pueblo dominicano. Es lo que
ha pedido la gente durante  estos siete
años y medio. Pero para eso no había fondos.
Ahora el Presidente
se mueve por el país, regando promesas. 
Cada movimiento del presidente Fernández está orientado a su campaña
electoral  para el 2016, y de paso
procura impulsar al alicaído candidato de su partido, para las elecciones
de  este año,  quien definitivamente no acaba prender en la
aceptación popular.
La pretensión de  inventar en dos meses lo que debió hacer en
ocho años, -lo que nunca se hizo- resulta a todas luces  una actitud poco sensata  del doctor Fernández. Y es además, una burla
a tanta gente buena que aparenta confiar en su rosario de promesas.  Pero…él es así.

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