Cuando P.P. fue sorprendido con la mujer de su vecino, aquella infeliz tarde de 1973, emprendió una veloz carrera que aún su sombrerito de capitán mercante, voló como hoja al viento de un otoño seco.

Los vecinos jamás comprendieron como una figurilla arrancada de historias de barcos piratas, había logrado encandilar y enamorar a una mujer. Pero los oídos de una manceba son como campanillas azuzadas por la brisa.

La Biblia dice: “Así es el que se acerca a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare.” Proverbios 6:29

+ There are no comments

Add yours

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.