RAFAEL PERALTA ROMERO

Quizá  no sea la peor, pero la  inconsistencia es una característica notoria
de la clase política dominicana. La consistencia se asocia con duración, estabilidad,
solidez. Inconsistencia es lo contrario. 
Hay un predominio de lo circunstancial que conduce a nuestros
políticos  a cambiar  acciones y puntos de vista con extremada
facilidad.

Por
ejemplo, dieciocho senadores de los veintiuno 
que votaron  el martes 26 en favor
de modificar la Constitución  fueron
miembros de la Asamblea que aprobó  la
actual Carta Sustantiva, proclamada  hace
apenas cinco años. El texto reformado en ese momento (la de 2002) contenía lo
que enmendaron esos legisladores y que ahora quieren restablecer.
Fueron
asambleístas en 2010: Cristina Lizardo, Reinaldo Pared Pérez, Juan Orlando
Mercedes, Julio César Valentín, Euclides Sánchez,  Tommy Galán, Charles Mariotti, Amílcar
Romero, Félix Vásquez, Luis René Canaán, Heinz Vieluf, Félix Nova, Rubén Darío
Cruz, Adriano Sánchez Roa, Wilton 
Guerrero, Rafael Calderón y Antonio Cruz Torres.
¿Hace cinco
años tenían un punto de vista  diferente
respecto de un asunto de tanta importancia política como es la repostulación
del presidente de la República? No creo que 
esta actitud pueda  obedecer solamente
a cortedad de visión, sino que se relaciona con la condición de dúctil y
maleable  que ostentan muchos políticos.
Para mayor
asombro, los diez que en fugaz asomo de dignidad no aprobaron la reforma el
martes en la tarde, ya el jueves en la mañana, es decir en menos de treinta
horas,  cuando  el proyecto se conoció en segunda lectura, variaron
su  decisión  y arrojaron 
al retrete la fingida gallardía de horas antes. Sucumbieron como
mantequilla en pan caliente.
Se dice que
un  metal es dúctil cuando  admite grandes deformaciones mecánicas en frío
sin llegar a romperse. Un hombre, o una mujer, marcado por esta calidad se
torna acomodadizo, de blanda condición, condescendiente. Si es un político,
tenderá  a las acciones coyunturales
que  no se corresponden precisamente con
el bien común.
La decisión del Senado agudiza el
apuro del doctor Leonel Fernández, quien a contrapelo de una orden de su
partido,  rechaza la alteración de la
Constitución   con el único fin de
permitir que el presidente Danilo Medina pueda optar por un nuevo período
presidencial. Fernández  pudo
repostularse en 2008 gracias a la reforma de 2002.
Luego, en 2010, Fernández propició
una reforma constitucional cuyo principal objetivo era eliminar el “jamás”,  contenido en el artículo 49, que le impedía de
por vida  ser candidato
presidencial.  Es el modelo que quieren  reponer en favor de Medina. Pero a Fernández
no le gusta. Quizá sea sincera su defensa de la Constitución que él armó y
proclamó.

La maleabilidad la asumen los
congresistas que firmaron ese texto y ahora lo quieren enmendar. En un cuerpo
metálico, maleable es lo fácilmente deformable. En una persona,  significa fácil de convencer o persuadir. Por
ejemplo, los legisladores -y el partido-  que hace 
poco  suscribieron una
Constitución y hoy la quieren  modificar. 

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