El Boeing 777 de Malaysia Airlines se estrelló el pasado 17 de julio en el sureste de Ucrania, muriendo todos los pasajeros y los tripulantes, 298 personas en total. En un informe preliminar de los Países Bajos se estableció que la causa de la tragedia del MH17 fue un daño estructural causado por un impacto externo. 
Al mismo tiempo, según el informe publicado por el consorcio ruso Almaz Antei, lo más probable es que el Boeing fuera derribado con un misil tierra-aire 9M38M1 del sistema de defensa aérea Buk-M1. Tanto el Gobierno ucraniano como las autodefensas de Donbass se niegan a asumir la responsabilidad por lo ocurrido.

El derribo del avión malasio en pleno auge del conflicto ucraniano marcó un punto de inflexión en la crisis. Sin presentar prueba alguna, Washington, Kiev y algunos países europeos se apresuraron a culpar de la tragedia a Rusia y a las autodefensas. Moscú, por su parte, llamó la atención sobre carácter infundado de estas acusaciones a la espera de la versión final del informe sobre la catástrofe. Una investigación “politizada”

Desde el momento de la catástrofe varios políticos y medios occidentales lanzaron al unísono acusaciones contra las autodefensas del sudeste ucraniano sin esperar al anuncio del informe final de la investigación de la comisión internacional, lo que está prohibido por las normas jurídicas internacionales.
“Por ejemplo, recientemente el embajador estadounidense en Rusia, John Tefft, afirmó que sabe ‘quién derribó el avión’. Este tipo de declaraciones no se corresponden con los requisitos de la Convención Internacional de Aviación Civil y deben ser vistas como una presión deliberada sobre la comisión internacional de investigación para conseguir las conclusiones deseadas”, dijo este jueves Oleg Storchevói, vicepresidente de la Agencia Federal de Transporte Aéreo de Rusia (Rosaviatsia).

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