RAFAEL
PERALTA ROMERO
El
Gobierno  impidió el pasado miércoles una
marcha que realizarían autoridades, profesores y empleados de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo en reclamo de mayor asignación de fondos para la
academia estatal. Empleó armas de todo calibre, la más simple de las cuales
fueron las bombas lacrimógenas.
Al tiempo
que tropas de la Policía Nacional asediaban el campus universitario con gases  irritantes con  la consiguiente molestia para  residentes en la zona y entorpecimiento del
tránsito de vehículos, el jefe de la Policía era sacado de una misa para
ofrecer una rueda de prensa de carácter político en la sede de la institución
presuntamente del orden.
El general Nelson Peguero Paredes  fue
movido por el ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, para  acudir presurosos a culpar a Luis Abinader,  candidato presidencial del PRM (Partido
Revolucionario Moderno), de propiciar las protestas  de los universitarios frente a la desatención
del gobierno  para con la  Universidad pública.
 También incluyeron  en el expediente al Frente Amplio de Lucha
Popular (Falpo) y al Movimiento Rebelde, que encabeza el diputado Juan
Hubieres, candidato a senador por el PRM. Los dos funcionarios abandonaron una
ceremonia religiosa, oficiada en la catedral primada,  con motivo del  aniversario de fundación de la Policía.
Fadul
es  un político, de la política vive hace
tiempo  y no sabe hacer otra cosa que
política. Peguero Paredes es policía y de acuerdo a la Constitución
dominicana  no puede participar en
política. La formación que se le supone a su rango y al puesto que ocupa es para
que advirtiera que la declaración formulada es politiquera, peor que política.
A Luis
Abinader y al PRM se le  critica que han
sido benévolos con el gobierno de Danilo Medina, que no han sabido explotar
políticamente  los  sucesivos escándalos que lo han
caracterizado. Hay quienes aseguran –me cuento- 
que Medina ha permanecido en el gobierno y ha tenido el tupé de
repostularse por debilidad de la oposición.
La  marcha  de los universitarios fue aprobada, previamente,
en una asamblea profesoral y  -cosa poco
común-  sería encabezada por el Rector,
el doctor Iván Grullón, junto al  Consejo
Universitario, máximo organismo ejecutivo de la casa de altos estudios.
¿Qué  pieza se le aflojó al ministro que
lo condujo a la desafortunada declaración?

Faltó
sensatez y también cordura. El atropello a los profesores de la UASD contradice
la proclamada “revolución educativa” del gobierno. A veces una persona puede  padecer un tipo de trastorno  sin que lo adviertan quienes lo rodean.
Lamentablemente los dirigentes políticos no son excepción. En ese caso es mayor
el peligro. El miércoles se demostró.

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