Por Leonardo Gimeno | amlat@rcinet.ca
Un grupo de científicos en Estados Unidos logró desarrollar una bacteria sintética con menos de 500 genes. Se trata del genoma más diminuto con capacidad de sobrevivencia y reproducción.
El equipo de investigadores que presentan este proyecto, pertenecen al instituto J. Craig Venter y la compañía “Synthetic Genomics. Con nombres como por ejemplo, el premio Nobel de Medicina, Hamilton Smith y el científico Craig Venter este equipo desarrolló una forma de vida artificial que según los expertos es más sencilla que la más elemental de nuestra naturaleza.
Los científicos responsables de este descubrimiento insisten en que la fabricación de esta bacteria tiene como fin, lograr conocer los fundamentos y las bases de la vida, desencriptando el papel de los genes en funciones claves de nuestra existencia y desde luego, utilizar estos conocimientos para crear organismos artificiales. Los expertos indican que estos nuevos desarrollos y estudios permitirán traspasar las barreras del conocimiento fundamental para erigir nuevas formas de medicamentos y otras sustancias químicas.Esta célula, completamente autónoma y autoreproducible, consta de solo 473 genes, es decir, menos genomas que ningún otro organismo vivo y es considerada distinta de la “vida artificial” que se había desarrollado hasta ahora en un ambiente de laboratorio. Básicamente, esta célula adopta ciertos elementos existentes conocidos y los “une de forma sintética”. Según los expertos, podría ser la clave para descubrimientos a gran escala dentro de mundo de la medicina moderna.
Para Daniel Gibson, uno de los coautores del estudio, “estas células pueden servir de carcaza para muchas aplicaciones industriales, desde la medicina a la bioquímica, biocombustibles, nutrición y agricultura entre otras”. Gibson agrega que a largo plazo, “se pretende diseñar y construir organismos sintéticos a pedido, a los cuales se les puede agregar funciones específicas y predecir su resultado”.
La bacteria en cuestión, bautizada como JCVI-syn3.0, se divide para procrear en un lapso de 3 horas, es decir, cinco veces más rápido que las células naturales. Los catedráticos detrás del proyecto explican que en realidad si bien es mucho más rápida, es también mucho más delicada que en la vida natural. Si no se dan ciertas condiciones específicas, es decir, encuadrarla en un caldo de cultivo de laboratorio saturado en nutrientes particulares, dicha célula muere en minutos pues su genoma no está preparado para adaptarse a imprevistos como sucede con el resto de los seres vivos. (Radio Canada)
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