Sélvido
Candelaria
Desde
hace algunas semanas he venido mirando unas publicaciones sobre el tema de una
vía de comunicación subsidiaria que se ha hecho desde el Km. 13 de la carretera
Miches-El Seíbo, hasta un proyecto agropecuario que se desarrolla por la zona.
Inclusive, entre las personas que han opinado negativamente sobre tal
construcción, he sentido que, indirectamente, a quienes no nos hemos
pronunciado sobre el tema, nos acusan de insensibles. Por razones de trabajo,
primero, y poco conocimiento objetivo del tema, segundo, no había opinado al
respecto. Pero ahora tengo un respiro en mis actividades y me he atrevido a ir
directamente a la fuente que ha generado la controversia, con el fin de
edificarme para emitir mi particular opinión al respecto.
Yo
soy enemigo de la depredación del medioambiente, pero enemigo redondo. No
oblicuo ni triangular sino, re-don-do. Es decir, si nos vamos a oponer a las
ofensas medioambientales, vamos a oponernos a todas. Pero con esto sucede lo de
siempre (lo cual he denunciado en más de una ocasión): la doble moral que nos
hace linces para una cosa y tapias para otras. Porque, dígame usted… ¿no hay
dos carreteras hechas, hace poco, unos tres kilómetros? antes de donde sale
esta, que afectan verdaderamente los nacimientos de los ríos Mojica y Jayán.
¿No se ha hecho una carretera a través de los humedales de la charca
(eliminando gran parte de ellos) para llegar hasta las playas de Costa
Esmeralda y Punta del Rey? ¿No se ha hecho una carretera para subir hasta
Montaña Redonda? ¿No se ha hecho una carretera para bajar a Playa Limón? ¿Las
personas que visitarán el proyecto de la asociación Tropicalia-Four Seasons y
los materiales que se utilizarán para su construcción habrán de llegar a la
playa por canoas o dirigibles?

Quizás
el Lic. Ángel García, propietario del proyecto donde llega la cacareada carretera,
no sea el ciudadano más simpático de Miches. Pero no está haciendo nada
diferente a lo que permiten las retorcidas leyes de nuestro país a todos los
inversionistas que a ellas se acogen. Entonces, resulta un poco extraño que
solo se le cargue el dado a él, sobre todo, cuando ha acompañado su “maldad
ecológica” con la siembra de 300,000 plantas de cacao, las amapolas necesarias
para darles sombra y, “de ñapa”, 10,000 plantas de caoba para mitigar un poco
la pelambre de los potreros por donde se trazó el vilipendiado camino, que son
la primera y principal causa de la erosión de nuestros suelos y sedimentación
de nuestros ríos.

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