RAFAEL
PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
La
Historia es ciencia tan abarcadora que arrastra en su cauce un torrente de
ciencias auxiliares, cada una de las cuales toca un aspecto concreto de la
actividad humana, es decir actos que realiza el hombre en sus  funciones de relación.
Si
la cronología de sucesos de aparente trivialidad no fuera  considerada 
una  disciplina auxiliar de la
historia, procede revisar  esa situación,
particularmente el punto de mira de que se parte.
Los
hechos pequeños a menudo se  suceden en
cadena y entonces se tornan más complejos de lo previsto y merecen, en
consecuencia, una ponderación más precisa 
y detenida por parte de quienes se ocupan, por oficio,  de 
llevar  cuentas de las
acciones  del ser humano en su cotidiano
discurrir.
Leonardo
Mauricio Amparo, con paciencia de orfebre, 
ha prestado ojos y oídos a un hecho que a fuerza de repetición se
ha  constituido en  un fenómeno social del que no puede ser indiferente
ningún dominicano  de estos tiempos. Su
libro “Rumbo al Este: ruta de las yolas
encierra la  tormentosa crónica de los
viajes  en yola hacia Puerto Rico.
Ya
está  impresa la primera parte de una
saga que el autor tiene concebida  porque
ha sido “objeto
de la experiencia sensible” y que le ha merecido muchas horas de trabajo para
tornar  sus apuntes y elucubraciones  en un producto intelectual de valía y
vocación de trascendencia.
He hablado de elucubraciones.
Usted  podrá preguntarse, y hasta
afirmarlo,  si esto no menoscaba el
mérito de una obra  de carácter
histórico. Si alguien  opinara  que  el
tratamiento de la historia  no precisa de
recursos imaginativos ni de juegos literarios,   está construyendo sobre roca  su concepción. Y ésta resistirá el furor de
los vientos.
Historia novelada, incluso
fantaseada, es la envoltura  en que presenta
Mauricio los hechos  como se originaron
los primeros viajes en yola desde Miches, 
municipio  al Este de la isla,  donde nació y se crió el autor. No se trata
solamente de   trabajo de un observador
con miras de cientista social, sino de una obra testimonial.
Es un cronista de lo pequeño, a
partir de estos acontecimientos de los que no se ocupa la historiografía
académica. Sin embargo, son   piedras
importantes          –quise decir piedras
angulares- para construir la historia de la República Dominicana.
La historia de los pueblos es
ante todo la historia de la lucha por la subsistencia. No sé si con esta
afirmación estoy plagiando a Marx y Engels,   quienes han escrito  que “la historia de la humanidad es la
historia de la lucha de clases”. El afán por la sobrevivencia originó  los viajes en yola, desde la costa de Miches,
hacia Puerto Rico. Continuará.

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