RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
La dilatada espera del papa Francisco para
escoger al sucesor de monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez en el
Arzobispado de Santo Domingo ha debido conllevar una ponderación  suficientemente serena y acuciosa.  Con la 
decisión, el Papa ha querido reiterar su mensaje acerca de por dónde
quiere encaminar la Iglesia católica.
Monseñor Francisco Ozoria Acosta, el nuevo
arzobispo, rezuma humildad, que es la bandera levantada por el Santo Padre
desde el inicio de su pontificado,  y que
está marcando el rumbo de una grey necesitada de encontrarse con sus orígenes.
Jesús enseñaba a sus discípulos: “…aprendan de mí, que soy manso y humilde  de corazón”.
Monseñor Ozoria es obispo de bajo perfil,
proyectado en su diócesis, San Pedro de Macorís, desde 1997, cuando fue creada
esa demarcación eclesiástica. Se ocupa de sus asuntos pastorales sin obviar
el  contenido humano del Evangelio.
Conoce cómo vive la feligresía porque se compenetra con todos los estratos
sociales.
Cada 
territorio eclesiástico tiene sus particularidades, entre  ellas sus problemas. De San Pedro de Macorís,
por ejemplo, es propia  la cohabitación
de una pobreza extrema y los grandes capitales sustentados en la industria de
la caña de azúcar y la ganadería vacuna. La producción de riquezas no escapa a
la generación de injusticia y desigualdad.
El 
cultivo de la caña genera empleos 
y durante  mucho  tiempo esta industria fue llamada “la espina dorsal”
de nuestra economía. El obispo Ozoria ha visto 
estos beneficios, pero también se ha detenido en los miles de  hombres 
que siembran, cortan, transportan y muelen la caña  para aumentar los capitales  de otros.
Esos hombres, cuando sus brazos no  pueden seguir aumentado las riquezas de
los  dueños de las plantaciones o de los
ingenios,  son desechados como bagazo sin
que se le preste asistencia en salud  ni se
le otorgue una mísera pensión.  ¿Puede
un  vocero de la palabra evangélica  ser indiferente ante semejante situación? Claro
que no.
A partir de la  designación  de Ozoria como arzobispo metropolitano, le han
sacado, como un pecado,  su solidaridad
con   hijos de inmigrantes extranjeros
que se establecieron aquí para trabajar en la industria azucarera. Como es de
piel oscura,  gente malsana  le endilga lo de prohaitiano. Pretenden
ignorar que lo suyo es una visión cristiana.
Ozoria Acosta no es el tipo de prelado que se
desvive por los flashes en los salones elegantes. La humildad es en él una
condición esencial. La Arquidiócesis de Santo Domingo tendrá desde el 4 de
septiembre un pastor que es, ante todo, un hombre de iglesia, de la Iglesia de
Jesucristo. Tiene vocación y formación. Además se llama Francisco.

+ There are no comments

Add yours

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.