José Gómez Cerda
Tomás Moro fue uno
de los grandes humanistas, que dieron profundidad al siglo del renacimiento;
político, gobernante, escritor, intelectual, y mártir católico.
Él nació  el 7 de febrero de 1478, en Londres,
Inglaterra, y murió el 6 de julio de 1535, decapitado por orden del Rey Enrique
VIII, en Londres.
Tomás Moro es
conocido mundialmente por oponerse al divorcio del Rey Enrique VIII para
casarse con Ana Bolena, que motivó una oposición de la Iglesia Católica, que él
apoyo, y le costó la vida; pero él es también el autor de la obra “UTOPIA”.
Tomás Moro
describió un estado ideal, al que llamó Utopía, nombre compuesto por las
palabras griegas “u” (no) y “topos” (lugar), es decir, un lugar inexistente.
El éxito de la obra
hizo que la palabra perdurara y hoy sirva para hacer referencia a un plan,
proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el
momento de su formulación.
Tomás Moro describe
una isla, una sociedad que vive sin dinero, el trabajo es producido por todos,
nadie es propietario de nada; una sociedad ideal, al cual no se ha llegado en
ninguna parte del mundo.
Vivienda.
En Utopía todas las
viviendas son muy parecidas, Las fachadas de los edificios son similares. Todas
las casas están situadas en calles de igual amplitud.
Todas tienen
cerraduras muy sencillas, que se pueden abrir fácilmente. Nadie teme los robos
porque no hay propiedad privada y nadie posee objetos de especial valor.
Todas las casas tienen
jardines especialmente cuidados. Existe cierta competitividad por tener los
mejores jardines. Cada 10 años las casas cambian de moradores por sorteo.
Con este
planteamiento del tema, Moro evita distintos problemas:
Las envidias
producidas por la calidad de las viviendas. La inseguridad interna derivada de
los robos y los saqueos, La falta de cuidado de los edificios y la dejadez de
los espacios verdes, la socialización de los espacios.
Agricultura y ganadería.
Todos los
habitantes de Utopía son expertos en los trabajos del campo.
Aprenden dichas
labores en la escuela, realizando prácticas en las afueras de las ciudades.
Tanto las mujeres
como los hombres trabajan en el campo, cultivando el terreno, cuidando ganado o
talando árboles. El trabajo en el campo es rotativo, en turnos de dos años.
Para mejorar la productividad, utilizan todo tipo de utensilios.
La agricultura
proporciona todo lo necesario para el consumo autosuficiente. Los métodos de
trabajo permiten la obtención de excedentes todos los años. No hay propiedad
privada de la tierra, por lo que el Estado es el propietario tanto de la tierra
como de los productos recogidos.
Tomás Moro presta
una especial atención al trabajo del campo al explicar el modelo económico de
Utopía:
Resalta la necesidad de formación desde la infancia.
Formaliza un
sistema de turnos para compartir la dureza del trabajo agropecuario, reconoce
la utilidad de la tecnología para incrementar los rendimientos agrícolas, en su
mundo ideal, no necesita importar grano, sino que produce excedentes
comercializables.
El  pueblo es el propietario de la tierra, los
medios de producción y los productos.
El Trabajo.
En Utopía trabajan
tanto las mujeres como los hombres. Estos realizan trabajos más duros que
aquellas. Junto a los trabajos del campo, los niños tienden a aprender los
oficios artesanales de sus padres.
No obstante, si
quieren aprender otro oficio diferente, pasan en adopción a otra familia, bajo
la supervisión de un magistrado.
Los ciudadanos
pueden aprender tantos oficios como quieran. En Utopía, se ocupan de mantener
el pleno empleo, por lo que no hay vagabundos.
La jornada laboral
es de 6 horas diarias, en turnos de 3 horas de mañana y tarde; tiempo
suficiente para producir excedentes.
Los utópicos suelen
ocupar el tiempo de ocio escuchando música, leyendo literatura, asistiendo a
tertulias o participando en juegos de habilidad. También hay utópicos que
prefieren seguir trabajando fuera de su horario laboral.
El trabajo no es
retribuido con dinero, ya que no existe en Utopía. El ocio tampoco cuesta nada.
Los únicos que
tienen el privilegio de no trabajar en Utopía son los estudiantes, cuya misión
es prepararse para convertirse en embajadores, sacerdotes, magistrados o,
incluso, príncipes.
Es curiosa la
concepción del trabajo de Moro: Reduce la jornada laboral a 6 horas diarias, y
piensa que con apoyo tecnológico y motivación es tiempo suficiente para
producir excedentes.
Relaciona el
aprendizaje de oficios con la vida familiar, siendo excesivo en el tema de las
adopciones. En Utopía existe el pleno empleo.
El trabajo no es
remunerado con dinero, el ocio es gratuito.
Santo Domingo,
diciembre 2018

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