Voces y ecos
RAFAEL PERALTA
ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
En un país con
profundo atraso  educativo, un plan
intenso de lectura será importante factor de cambio. Porque con acciones, no
con discurso,  es como  se deshacen entuertos,  se cambia el mundo o se mejora la sociedad.
El país se ha llenado de licenciados que no saben construir una oración.
Algunos y algunas pregonan la caducidad de la ortografía.
Unos teóricos creen
que el principal problema de la sociedad dominicana es la crisis de energía
eléctrica, otros estiman que es el desempleo; otros y otras se centran en la
equidad de género como el asunto que demanda mayor atención. Pero el principal
problema dominicano es la profunda crisis de la educación. Somos un pueblo de
maleducados.
El Ministerio de
Educación concibió y anunció la Cruzada Nacional por la Lectura, programa
amplio y novedoso que incluye la distribución de más 800 ejemplares de libros,
de autores nacionales, entre estudiantes de la escuela secundaria. Los textos,
clasificados de acuerdo a grado y edad,  llegarán
gratuitamente a los alumnos.
Una inversión
superior a 280 millones de pesos no podía pasar inadvertida y un suplidor
objetó la  asignación de la impresión al
editor que la había obtenido. Cuestión de intereses económicos, se entiende.
Otro  hecho, más simple que ese,  contribuyó a frenar el programa. Me
refiero  a la inclusión, entre los  libros a divulgar de la novela “Ruinas”.
Esa obra, sobre la
vida de Salomé Ureña, fue escrita por Rafael García Romero,  director de Cultura  del MINERD. Este yerro del funcionario ha
servido para que algunos y algunas 
pongan en evidencias las lacras de que adolecen. Han salido a flote,
como la basura cuando llueve,  inquina,
envidia y  ganas de dañar reputaciones.
No han tenido
intención  política las saetas y mofas
contra la Cruzada Nacional por Lectura. Los comentaristas de esa área  ni  los
partidos de oposición  han buscado
motivos para criticar  la acción  anunciada por el ministro de Educación,
Andrés Navarro,  y que él mismo decidió
aplazar para corregir las fallas detectadas.
Han sido escritores
y escritoras, poseídos  del malpecho y
alérgicos al triunfo ajeno, quienes tomaron la suspensión momentánea del
programa de lectura para mostrar sus baldaduras emocionales. Se solazan con la
idea de que ha fracasado   la valiosa
iniciativa. Han esgrimido argumentos necios y viles para justificar  su actitud.
El ministro Andrés
Navarro debe saber que el  proyecto es
plenamente válido y que siendo una acción de gobierno,  aplicada como debe ser, habrá de convertirse  en una obra patriótica. Ninguna tarea de ese
ministerio, en las presentes circunstancias, tiene semejante vocación de
trascendencia. La Cruzada por la Lectura se justifica.

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