Por Claudio Caamaño Vélez

El 24 de abril de 1965 se produjo un
estallido social en la República Dominicana para exigir la vuelta al orden
constitucional, subvertido tras el golpe de Estado al profesor Juan Bosch el 25
de septiembre de 1963.

Civiles y militares demócratas se unieron
para enfrentar, a sangre y fuego, a los militares golpistas, y restituir la
democracia. Algo insólito: los militares dando un golpe de Estado a un gobierno
de facto para reponer al gobierno legítimo.

Hay revoluciones que se han producido para
instaurar o modificar una Constitución. Pero, ésta ha sido la única vez en la
historia universal donde se ha producido una revolución para hacer respetar la
Constitución.

Hubo miles de muertos de ambos bandos. En
pocos días el pueblo dominicano y los militares demócratas aplastaron a los
enemigos de la ley.

Si bien la invasión norteamericana frustró
ese bello triunfo de la justicia sobre la opresión, por encima de eso, ese
acontecimiento dejó grandes conquistas. La más notable es que después del 24 de
Abril no ha ocurrido jamás un golpe de Estado en la República Dominicana.

Si hoy disfrutamos de un clima de estabilidad
política, a pesar de la fluctuante estabilidad económica y social, es
precisamente porque hace 56 años un grupo de hombres y mujeres supo poner en
alto la Constitución. Nunca más la ambición de las botas militares ha pisoteado
la democracia.

Debemos mantener bien viva esta historia, no
solo por respeto a la memoria de nuestros mártires, también, y, sobre todo,
para no olvidar la lección aprendida: la democracia y la soberanía son flores
que, aunque a veces se marchitan, nunca mueren.

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