James Cameron es el único en
Hollywood que puede presumir de que el rayo golpea dos veces en el mismo sitio:
la taquilla, con ‘Avatar’ y ‘Titanic’. Pero incluso él sabe que ‘Avatar 2’ es
“el peor modelo de negocio de la historia del cine”.

POR JAVI
SÁNCHEZ         – Vanity Fair

Solamente hay una película de la
que merece la pena hablar estas Navidades, y es Avatar 2: El camino del agua.
Y, principalmente, por motivos extracinematográficos. Su director, James
Cameron, y su productora, Disney, se encuentran al final de un camino de 10
años y un plan aparentemente suicida: una secuela que llega con 13 años de
retraso, sin la novedad que convirtió a la primera en la cinta más taquillera
de la historia del cine (el 3D, aquel futuro que iba a adueñarse del cine y de
los salones) y sin que casi nadie recuerde exactamente quiénes eran los
personajes o la trama de aquel megalítico taquillazo en el ficticio mundo de
Pandora. Y todo, con un coste estimado de más de 350 millones de euros. 

Es la
película más cara de la historia, y cualquier ingreso por debajo por debajo de
los 2.000 millones de euros se considerará un fracaso. La estimación es del
propio Cameron que, como le contaba a GQ hace unos meses, le dijo personalmente
a Disney que Avatar 2 representaba “el peor modelo de negocios de la historia
del cine”.

Es decir, tiene que competir tanto
con su propio récord vigente (Avatar sigue en un top al que sólo ha podido
acercarse la última entrega de Vengadores: 2.922 millones de dólares, casi
2.800 millones de euros al cambio actual), como con su anterior récord, el de
Titanic (2.187 millones de dólares, casi 2.100 millones de euros, actualmente
en el tercer puesto histórico), este último sólo para “cubrir gastos”. El plan
es aún más demente: mientras se estrena esta secuela, Cameron terminará de
rodar Avatar 4, (la 3 ya está en posproducción) y preparará el rodaje de la
quinta entrega. El plan es estrenar las siguientes secuelas en 2024, 2026 y
2028. Y ya es demasiado tarde para echarse atrás.

A su favor, el regreso de un mundo
que era más protagonista que sus personajes, Pandora, más de 3.500 efectos
visuales y la certeza de que nadie entendió el 3D ni los gráficos por ordenador
como Cameron (esto último se puede comprobar revisando casi cualquiera de sus
películas desde los 90, empezando por Terminator 2, cuyos efectos especiales
apenas han envejecido). El autoproclamado “rey del mundo” desde la
noche que arrasó en los Oscar con Titanic tiene 68 años y absolutamente ninguna
duda de que puede conseguirlo otra vez.

Aitana, Miguel Bernardeau y Eduard
Cortés analizan una escena de ‘La última’

AITANA, MIGUEL BERNARDEAU Y EDUARD
CORTÉS ANALIZAN UNA ESCENA DE ‘LA ÚLTIMA’

Sería la tercera: Titanic iba a
ser el fin de la carrera de Cameron. Un rodaje desastroso, que se fue por
encima de los 200 millones de dólares (algo inédito en 1997) sobre una película
de la que todo el mundo sabía el final: el barco se hunde. Pero la historia de
amor de Jack (Leonardo DiCaprio, la única persona que no pudo celebrar los
Oscar porque ni siquiera le nominaron) y Rose (Kate Winslet, desbordada por la
escala de la producción y por la neumonía que se cogió por exigencias del
rodaje) rompió un techo que hoy nos parece normal al hablar de blockbusters:
mil millones en taquilla. Nadie lo había conseguido nunca.

Titanic,
además, duraba mucho, muchísimo. Una locura que los ejecutivos de la Fox
querían cortar para hacerla más comercial: tres horas y cuarto. Es un dato que
merece la pena recordar ahora que todo el mundo piensa que Avatar 2, con una
duración similar, dura demasiado. Avatar duraba casi dos horas y cuarto. Era
otro suicidio. Una película rodada para exhibirse en las hasta entonces
inexistentes salas 3D, con una franquicia nueva y personajes alienígenas de
color azul. 

La primera película en superar —y pulverizar— los 2.000 millones.
Una cifra que Titanic finalmente alcanzó, en su reestreno en 2012, tres años
después de estrenarse Avatar. Y que ni siquiera el agridulce regreso de Star
Wars pudo eclipsar: solo El despertar de la Fuerza y la últimas dos entregas de
Los Vengadores han llegado a esas cotas. Y los ingresos de Titanic y Avatar no
están ajustados a inflación.

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