En 2001, el mismo año que Inditex salió a
bolsa, Amancio Ortega puso en marcha Pontegadea Inversiones, un grupo que no
sólo es uno de los mayores actores del panorama inmobiliario global, sino que
cada vez dedica más atención a la única decepción en la carrera del empresario:
el sector
energético.

POR JAVI SÁNCHEZ          – Vanity Fair

Amancio Ortega

A la edad a la que algunos se jubilan,
Amancio Ortega decidió que la milmillonaria fortuna ganada con Inditex estaría
mejor en movimiento. En 2001, a los 65 años, el “señor Ortega” (como le llama
su hija, Marta Ortega) creó Pontegadea Inversiones. un holding al que irían a
parar directamente los dividendos que recibía como máximo accionista de
Inditex. El grupo textil salió a bolsa ese mismo año, en mayo. Desde entonces,
Pontegadea se ha nutrido con cerca de 14.500 millones de euros salidos de
Inditex. Una fortuna que el veterano empresario, que hoy tiene 86 años, ha
sabido diversificar con la ayuda de José Arnau Sierra, su mano derecha desde hace
casi 30 años. Hasta el punto de que su última iniciativa es en un área con la
que pocos asociarían al gallego y en la que lleva años invirtiendo: las infraestructuras
que hacen posible Internet.

Junto a Telefónica y otro avezado
milmillonario, Carlos Slim, a través de su operadora América Móvil, Pontegadea
anunció la semana pasada el despliegue de un cable submarino de transmisión de
datos que uniría las costas atlántica y pacífica del continente americano. Su
nombre, Tikal, el séptimo de un pequeño imperio sumergido vital para el
Internet actual, con el que Amancio Ortega será copropietario de más de 82.000
kilómetros de cable submarino. Lo suficiente para rodear dos veces la Tierra a
la altura del Ecuador. Y un sector en el que ha decidido profundizar aumentando
ayer mismo su participación hasta el 30% en Telxius, la entente que mantienen
Pontegadea y Telefónica.

Y eso es sólo una de sus inversiones. Hace
poco hablamos aquí de su músculo inmobiliario, una evolución directa de los
inicios de Pontegadea como brazo inmobiliario de Inditex. Ahora ya no son sólo
lugares emblemáticos para sus tiendas. Posee edificios de oficinas y centros
logísticos con empresas como Facebook y Amazon como inquilinos, y en este 2022
se ha aventurado en el residencial, adquiriendo fabulosos edificios de
viviendas de lujo. Un imperio que desde la propia Pontegadea reconocen que es
el principal objetivo del grupo: todo lo demás está supeditado a una cartera de
activos que supera ya los 18.000 millones de euros. Y cuya aventura empezó en
2002 con una inversión de más de 90 millones de euros en varios hoteles
españoles.

Pero Ortega también ha prestado buen atención
a uno de los dilemas del mundo actual: el suministro energético. Pero, fiel a
su filosofía (que incluye, entre otros requisitos, que los receptores de su inversión
tengan una estrategia medioambiental y estén adheridos a prácticas de buen
gobierno), ha optado por invertir en infraestructuras renovables (como parques
eólicos) y distribuidores, antes que en petróleo o directamente gas. En Red
Eléctrica, la principal distribuidora de nuestro país, se convirtió el año
pasado en el mayor accionista privado, con un 5% de participación, sólo por
detrás de la pública SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales),
dependiente del Ministerio de Hacienda.

Un porcentaje similar al que ostenta en su
primera aventura en el sector, Enagás, donde también se hizo con el 5% en 2019.
A través de esta última, también se ha embarcado en el sector de las
renovables. En verano de 2022 adquirió una participación estratégica similar en
su filial de renovables (el 5%), con especial atención a la producción de
hidrógeno “limpio”, llamado a ser una de las energías imprescindibles
de los próximos años y en diciembre saltaba a la rumorología financiera su
interés por entrar en la cartera verde de Iberdrola.

Esta predilección por la energía no es nueva,
eso sí. Y fue protagonista de la que ha sido una de las escasas decepciones en
la vida del empresario: en 2005, Pontegadea intentó participar en una opción de
mucho más calado, la venta de más del 30% de Unión Fenosa, hoy propiedad de uno
de los tres gigantes energéticos de nuestro país, Naturgy. Esa operación,
cercana a los 10.000 millones de euros, habría puesto a Ortega en primera línea
del panorama energético de nuestro país, en vez de como silencioso inversor.
Sin embargo, el acuerdo verbal se frustró literalmente a última hora por la
entrada de Florentino Pérez con una apuesta muy superior sobre la mesa del
responsable último de la operación, Emilio Botín. Algo que el de Inditex nunca
perdonó al banquero.

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