Redacción       El
Caribe

Aunque se trata de una celebración, no
debemos olvidar que el Día Internacional de la Mujer tiene su origen en la
lucha de trabajadoras que murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de
Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con
permanencia en su lugar de trabajo.

Es absolutamente legítimo que las mujeres
celebren su día en un mundo que históricamente les ha negado derechos y las ha
sometido a todo tipo de opresión y de postergaciones.

Aunque seguramente hoy desde los estamentos
oficiales, legislativos y desde todas las organizaciones con algún peso en esta
sociedad se escucharán loas y alabanzas al papel de la mujer en la sociedad
actual, lo que las mujeres necesitan son garantías que vayan más allá de esa
retórica hueca y florida.

Necesitan un Código Penal actualizado que
incluya las tres causales para permitir la interrupción del embarazo, porque
ninguna legislación puede privarles del derecho a decidir sobre sus cuerpos
cuando ese embarazo fue causado por una violación, cuando es resultado de un
incesto o cuando el feto tiene malformaciones que hacen imposible que
sobreviva.

No es solo un tema de salud pública, sino
también el negocio de médicos desaprensivos que se llenan los bolsillos con el
aborto clandestino, de comadronas y curanderas que lo practican en condiciones
deplorables y es un comercio ilegal del que el Estado no tiene ningún control.

Las mujeres necesitan que las empresas
respeten su derecho a igual salario por igual tarea realizada, que se les crea
y se tome en serio el problema del acoso sexual en los lugares de trabajo, que
las respeten incluso en la calle, donde cualquier energúmeno se cree con
derecho a decirles porquerías solamente porque son mujeres.

Pero sobre todo necesitan que los políticos
que se llenan la boca en sus campañas con promesas, cumplan y ejecuten lo que
aseguraron que harían cuando sean Gobierno.

Necesitan una política criminal más firme
contra la violencia familiar y los feminicidios, que se originan en esa
concepción patriarcal de que hasta su vida es propiedad del hombre.

Vayan nuestros parabienes a todas las madres,
a las estudiantes universitarias, a las profesionales, a las trabajadoras
domésticas y a las jóvenes que desde su lugar de trabajo o de estudio aportan
su granito de arena para que tengamos un país mejor.

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