Cómo se vive
la campaña del ministro, las críticas de su estratega catalán y el silencio de
la vicepresidenta. La decisión trascendente que evalúa Macri.
junto a Malena Galmarini en la Cámara de Diputados. Foto Federico López Claro.
Santiago
Fioriti Clarín.com
Argentina.- El
boca a boca nunca falla. Puede pasar con un libro que parecía condenado a la
góndola de saldos, con una película que se pretendía de culto o con un bar
recóndito que de pronto se pone de moda. Y puede darse, también, en el
particular mercado financiero argentino. Un conocido bróker de la city acaba de
confirmar la regla. Hace un año abría online no más de 200 cuentas por mes a
nombre de ahorristas que querían comprar dólar MEP. En julio de este año el
número creció a 2.000 por jornada y en lo que va de los primeros días de agosto
acaba de atravesar la barrera de las 3.000 cuentas diarias. Sus clientes son
personas de recursos medios, o incluso bajos, muchas de ellas monotributistas,
que hace un tiempo, tal vez, ni siquiera sabían de qué se trataba el llamado
dólar bolsa y que ahora irrumpen en el mercado con una maniobra ágil, legal,
que no prevé límites en la cantidad de compra y que se encuentra a solo un
click de distancia.
El bróker
viene registrando que muchas veces las operaciones son muy pequeñas, pero
permiten descubrir hasta qué punto el dólar marginal incide en la vida
cotidiana, no tanto por el volumen que mueve, sino por el impacto simbólico y
el posterior traslado a los precios. En algunos casos, las compras son de
apenas 100 dólares. Las hacen ciudadanos que por lo general no tienen capacidad
de ahorro, pero que compran lo que pueden, que acreditan esos dólares en su
cuenta bancaria y que, a las 24 horas, los pueden ir a retirar al banco y
venderlos en el mercado blue. O especular con una suba.
El dólar MEP
cerró el viernes a 515 pesos para los que querían comprar y a 565 pesos para
los que querían venderlos en el mercado informal. Quiere decir que, en una
operación mínima de 100 dólares, los compradores lograban convertir los 51.500
pesos iniciales en 56.500, saltando, simplemente, de una ventanilla a la otra.
La operación está prohibida por la reglamentación del Banco Central, aunque son
pocos los que reparan en ese detalle. Tampoco son legales las cuevas y las hay
por toda la ciudad con arbolitos que gritan “cambio, cambio” a plena luz del
día.
El operativo
se ha ido sofisticando. Como las restricciones para la compra de dólares son
cada vez mayores y este tipo de operaciones permiten acreditarse en cuenta una
sola vez al mes, se detectó que varios integrantes de una familia se turnan y
hacen un pasamanos de dólares a pesos. Luego, vuelven a convertir esos pesos en
dólares y repiten el mecanismo. Hay casos de familias que lo hacen hasta cinco
veces en un mes. Se lo toman como un trabajo adicional.
La fiebre por
el dólar y la preocupación porque en los próximos meses vuelva a registrarse
una ola alcista en la inflación que deje chiquito el 6% registrado en junio
provocaron un nuevo pico de tensión. El cimbronazo sacudió al Gobierno y al
equipo de Sergio Massa. A solo ocho días de las primarias, la moneda extranjera
cerró a $ 574. Cuando asumió Alberto Fernández estaba en $ 69, cuando se fue
Martín Guzmán tocaba los $ 239 y en la tarde que asumió Massa se estacionó en $
291. Massa podría llegar al próximo domingo con un dólar que cueste el doble
del que heredó.
La disparada
coincide con el tramo final de la campaña, cuando los ciudadanos comienzan a
poner la cabeza, por fin y sin demasiado entusiasmo, en el proceso electoral.
Era un fantasma que Cristina y sus discípulos tenían y que acecha cada mañana
cuando abren los mercados: que la crisis cambiaria se mantenga y hasta se
espiralice antes de asistir a las urnas. Por eso, entre otras cosas, había
resistencia a la postulación del ministro. Se verá en siete días si Massa podrá
contradecir su propia visión, de que eran incompatibles las funciones de
ministro de Economía y candidato.
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