Los
comunicados sobre las operaciones de Kate Middleton y Carlos III apuntan a una
nueva manera de gestionar los temas de salud por parte de la realeza que podría
ser beneficiosa para el público.

POR
VANITY FAIR

Los
comunicados sobre la salud de la princesa de Gales y el rey Carlos III,
emitidos ayer con apenas una hora de diferencia, podrían indicar un cambio de
mentalidad en el palacio de Buckingham sobre la discreción con que deben
llevarse este tipo de problemas de los miembros de la familia real. Es el
análisis que han hecho en las últimas horas medios como The Telegraph o The
Guardian, donde por ejemplo ayer se recordaba cómo en 2021 los británicos se
enteraron a través de la portada de un tabloide de un ingreso hospitalario de
Isabel II, siempre muy reacia a hacer públicos sus achaques y cualquier otro
problema de tipo privado que le afectara.

En el
caso de Kate Middleton, fue su propio equipo de comunicación el que ayer
informó mediante las vías oficiales de que la princesa había ingresado en un
hospital de Londres para someterse a una intervención quirúrgica en el abdomen
que tenía programada.

El
comunicado del palacio de Kensington no detalló el motivo de la operación que
la alejará de la vida pública hasta abril, pero para frenar la especulación al
respecto sí ha aclarado que no guardaba relación con un cáncer.

Poco
después, Buckingham informaba de que la próxima semana Carlos III pasará por el
quirófano para tratarse de una obstrucción en la próstata, una condición
benigna que, según explica el comunicado, es muy común en los hombres de su
edad, pero que en otros tiempos lo más probable es que sus predecesores en el
trono no hubiesen hecho pública. “Este nivel de transparencia no tiene
precedentes”, explica en el Telegraph la corresponsal de realeza Hannah
Furness. “¿Quién podía imaginarse hasta ahora a un monarca compartiendo algo
tan íntimo?”.

Al
parecer, ha sido el propio Carlos III quien ha querido hacer público su
diagnóstico con la intención de animar a otros hombres a que se realicen sus
chequeos médicos, una decisión con la que ha marcado distancias con la manera
en que la difunta Isabel II gestionaba este tipo de asuntos y que lo cierto es
que ha inundado la prensa de artículos sobre los síntomas y tratamiento de un
problema médico del que ahora la población tendrá más información.

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