Silvia
Fesquet Clarín | ☕ 7 Minutos
septiembre de 1992, además de diputada provincial, Cristina Fernández era la
mujer del gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner. Para ella había una ley
que requería definición inmediata: la privatización de YPF. “Tratamiento
urgentemente necesario”, argumentaba. Ya Presidenta, veinte años después, con
idéntica enjundia pero con otras razones, claro, Cristina Kirchner encabezaba
la cruzada por la reestatización de la petrolera estatal.
Cambian los
tiempos, cambian las necesidades, cambian los objetivos. Eso sí, con un relato
K listo para justificar una cosa y también la opuesta. Axel Kicillof fue uno de
los abanderados de la cruzada reestatizadora, y su entusiasmo lo volvió tan
verborrágico como imprudente.
Once años
después de la “gesta”, sus palabras formaron parte esencial del fallo de la
jueza Loretta Preska, de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, en el que
condenó al país a pagar más de US$ 16.000 millones. Al día de hoy, como se
sabe, está abierta la posibilidad de que sean embargados ciertos activos
argentinos.
Preska
aduce que Kicillof aseguró “descaradamente” que sería “estúpido” cumplir con
“la ley de la propia YPF” o “respetar sus estatutos”. La magistrada entiende
que su palabra era la del Estado argentino.
Al asumir,
los funcionarios juran desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo para el
cual fueron elegidos. Y agregan: “Si así no lo hiciere, Dios y la Patria me lo
demanden”. Sobre el juicio divino, nadie puede anticipar nada. Pero aquí, en la
Tierra, ¿veremos alguna vez a los responsables demandados por su
irresponsabilidad, dando cuenta, por fin, de aquel famoso juramento?
Estas son
las noticias del día. Que tengas un muy buen lunes.
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