Luisa Blanco periódico Hoy
República Dominicana es un referente para muchos países de la región, con un
crecimiento económico que triplicó el promedio de América Latina en las últimas
dos décadas, es decir, 2.8 millones de personas salieron de la pobreza, lo que
significa que una clase media ahora supera a la población pobre, con una mejora
en la calidad de vida en cuanto a acceso a servicios básicos, vivienda y
educación.
A pesar de ello, si la
trayectoria reciente del país fuese narrada como una película, sería también
una historia de luces y sombras y el punto de inflexión sería la pandemia,
debido a la rápida y efectiva respuesta del Gobierno de turno que, a través de la
ampliación en la cobertura y los montos de apoyo del principal programa de
protección social, se evitó un aumento adicional de la tasa de pobreza de hasta
6 puntos porcentuales.
No obstante, este acontecimiento
también puso de manifiesto desafíos estructurales que persisten en el país,
incluso a pesar del crecimiento económico.
Un diagnóstico de la pobreza de
nuestro país realizado por Alejandro de la Fuente, Economista Principal,
Práctica Global de Pobreza y Equidad del Banco Mundial, plasmó una radiografía
precisa de los desafíos para que las oportunidades que genera el crecimiento
económico sean para todos, y a la vez planteó recomendaciones de políticas
públicas para superarlos, a fin de lograr que las oportunidades sean realmente
inclusivas.
Aumentar
los ingresos de los más pobres
Como reto número uno el experto
en economía evidenció mejorar los ingresos de los más pobres, ya que desde su
óptica el sector de servicios ha generado empleos, pero la productividad se
mantuvo estancada por muchos años en el pasado y se mantiene baja. “Existe un
desfase entre las habilidades y conocimientos que se enseñan en las escuelas y
universidades, y las que demandan las empresas, además, las mujeres se
encuentran sobrerrepresentadas en empleos informales y de bajos ingresos”.
Para enfrentar este desafío-de
la Fuente- entiende que se necesitan más capacitaciones en herramientas
digitales, servicios de orientación vocacional y mayor colaboración entre el
sector privado, las instituciones educativas y las de capacitación para ajustar
los currículos a las demandas del mercado laboral actual.
Niñas y
mujeres en desventajas
segundo desafío, el representante del Banco Mundial puntualizó que es
imprescindible invertir en la educación de los más pobres, especialmente en
niñas y mujeres. “Las niñas y las mujeres se encuentran en desventaja por las
altas tasas de embarazos que muchas de ellas registran durante su adolescencia,
las responsabilidades de cuidado del hogar y la discriminación laboral, de
acuerdo al mencionado diagnóstico de pobreza y la reciente evaluación de
género”.
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