El Festival de Cine de San Sebastián cita en su 72ª edición a toda la
familia del cine, Vanity Fair incluido, que celebrará de la mano de Armani
Beauty su segunda cena de gala a mayor gloria del certamen. Ponemos el foco en
cinco actores españoles que debutan en su alfombra roja.
Por Juan Sanguino Vanity Fair
Salas, de Yo, adicto, lleva kimono y pantalones de terciopelo.
Armani. Tomás de la Fuente
Un año más, el futuro del cine español está en el Festival de San
Sebastián. Para celebrarlo, Vanity Fair ha reunido a un grupo de actores y
actrices que tienen tres cosas en común: son jóvenes, este año visitarán por
primera vez el festival y lo harán para presentar historias que, hasta ahora,
eran tabú tanto en la sociedad como en la ficción españolas.
MIREIA ORIOL PROTAGONIZA SOY NEVENKA, la película de Icíar Bollaín sobre
el caso real de la concejala de Ponferrada Nevenka Fernández, que llevó a
juicio a su alcalde por acoso sexual en 2001. Omar Ayuso y Marina Salas
participan en Yo, adicto, la serie de Disney+ basada en el libro autobiográfico
de Javier Giner sobre su proceso de desintoxicación de las drogas. Iván
Pellicer está en Querer, la serie que Alauda Ruiz de Azúa ha escrito y dirigido
para Movistar+ y que cuenta la batalla legal de una mujer por demostrar los
abusos sexuales de su marido durante el matrimonio. Y Marina Guerola debuta
como actriz con Los destellos, la tercera película de Pilar Palomero,
interpretando a una hija que se enfrenta a la inminente muerte de su padre
(Antonio de la Torre). Todas participarán en la Sección Oficial del festival,
que por primera vez incluye dos series de televisión. Cinco futuras estrellas,
cuatro historias que exploran temas de los que nadie quería hablar. Hasta
ahora.
Cuando se enfrentó al papel de Nevenka, Mireia Oriol (Argentona,
Barcelona, 1996) ya sabía lo que se siente al estar sometida a la mirada ajena.
Su extraordinaria fotogenia la llevó a trabajar como modelo en su adolescencia,
pero a los 21 años ya estaba cansada. “La vida de modelo te la cuentan siempre
adornada”, advierte. “Yo tenía muchas inseguridades, me sentía muy sola, me
perdí años en los que la gente de mi edad estaba haciendo otras cosas. Fue una
época un poco convulsa”.
La actriz reconoce que ha llegado a estar “obsesionada” con la
aprobación externa. Al fin y al cabo, su profesión depende de que otros ojos
(un cineasta, una directora de casting, el objetivo de una cámara) la observen
con la mirada adecuada. Pero cuando por fin logró la aceptación que tanto
anhelaba gracias a las series Las del hockey (TV3) y Alma (Netflix), se quedó
igual que estaba. “Resulta que no me hacía sentir tan bien como esperaba. Por
otra parte, Alma no funcionó como tenía que funcionar”, reconoce. “En plan:
‘Ah, que era esto…’. ¿Por qué no me sentía feliz si eso era todo lo que estuve
buscando toda mi vida? Y ahí empieza el verdadero viaje”.
El viaje la llevó al casting para Soy Nevenka. Ella tenía cuatro años
cuando la concejala tuvo el arrojo de meterse en un proceso judicial que
terminaría siendo histórico en la política española. Bollaín quería comprobar
que Oriol era capaz de encarnar al personaje tanto al inicio de la historia
(una joven amable, ambiciosa y con ganas de agradar) como al final (una mujer
rota), así que tardó ocho meses y cinco pruebas en decidirse por ella. “A mí lo
que me costaba más era lo del principio, cuando Nevenka es alegre, complaciente
y hasta sensual. A la mayoría de las actrices les costaba más ponerse en la
posición frágil del final, pero para mí era completamente al revés. No sé qué
me pasó, pero como que no acababa de pillar a la Nevenka del principio. Esa
cosa más explosiva o más sensual yo no la desempeño tanto en mi vida”.
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