La fotógrafa Annie Leibovitz, autora del doble retrato de
los reyes Felipe VI y doña Letizia encargado por el Banco de España, revela en
esta entrevista cómo concibió las imágenes y repasa algunas de las obras más
icónicas de su carrera.
Por Ianko López Vanity
Fair
1949) llega a la entrevista en la sala de exposiciones del Banco de España, en
Madrid, después de verse con Felipe VI y doña Letizia. Los reyes han visitado
la exposición La tiranía de Cronos, que incluye unos retratos fotográficos de
ellos y del anterior gobernador, Pablo Hernández de Cos, que la institución le
encargó a Leibovitz. Su presencia impone. Por la autoridad natural que
despliega, y porque es la fotógrafa viva más conocida del mundo, la autora de
retratos que han contribuido a forjar la imagen de nuestra realidad durante el
último medio siglo —John Lennon y Yoko Ono, Isabel II de Inglaterra, Demi Moore
desnuda y embarazada, Whoopi Goldberg emergiendo de una bañera llena de leche—,
muchos de ellos para Vanity Fair y Vogue. Algunos fueron tan polémicos como
estos de los reyes, criticados en algunos sectores por su luz mortecina, su
encuadre dramático y su exceso escenográfico. Pero estas son decisiones
estéticas nada banales por parte de la artista, que además pisaba terreno
conocido: Leibovitz conoció a la pareja en 2013, un año antes de la coronación
de Felipe VI, cuando él le entregó el Premio Príncipe de Asturias de
Comunicación y Humanidades. “Los dos fueron encantadores”, recuerda ante el
doble retrato. “Muy cálidos, y además… ya sabe, muy jóvenes”.
Vanity Fair: Han pasado más de 10 años y muchas cosas
desde entonces. ¿Cómo afrontó este encargo?
Annie Leibovitz: Es una tradición que el Banco de España
encargue retratos de reyes y gobernadores. Hasta ahora los habían hecho
pintores, pero Yolanda Romero, la conservadora de la colección del banco,
decidió que en esta ocasión fueran fotos para que resultaran más modernos. Dio
tres nombres y me eligieron a mí. Al ver la colección de retratos del banco,
que es muy buena, he sentido que es muy importante formar parte de este legado.
Al principio no sabía que me apoyaría tanto en la tradición de la pintura.
Pero, al ponerme a investigar, enseguida me enamoré de los retratos antiguos y
me pregunté cómo hacerlos yo. Siempre tuve claro que serían dos fotos
separadas, porque iban a colgarlas en el mismo lugar donde ahora están los
padres del rey. Pero nunca había trabajado con un formato tan grande, de más de
dos metros.
V. F.: ¿Por qué decidió hacerlas en el salón de Gasparini
del Palacio Real, tan barroco? Da la impresión de que la escenografía se va a
desplomar sobre los reyes o los va a engullir.
varias localizaciones, pero opté por el Palacio Real porque me encanta la
historia. Tengo muchas influencias, pero esa la mayor. Es verdad que, si ves
esa sala, no querrías hacer una foto allí, porque contiene mucha información.
Pero al mismo tiempo pensé que representaba muy bien a España y su forma de
vida, por su exuberancia, y me pareció fascinante. No sabía cómo sería
realmente hasta que no estuve el día anterior a las fotos. Por otro lado, ese
tipo de retratos tiene una historia, así que parecía lo correcto remitirse a
ella. Especialmente de los pintores españoles. Ya sabe, Goya, El Greco. Ya lo
he hecho en trabajos anteriores, así que no es que esas referencias a pintores
del pasado vengan de la nada. Pero al hacer el juego de perspectivas me inspiré
en los collages fotográficos de David Hockney, que recuerdo haber visto con
temblor de piernas al pensar: “¡Es así como ve el ojo!”.
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