-Por Andrés Tovar El
Caribe
la historia. Todavía estamos evaluando las consecuencias latentes del
enfrentamiento en el Salón Oval el viernes, en el que el presidente Donald
Trump y el vicepresidente JD Vance se enfrentaron furiosamente al presidente
ucraniano Volodimir Zelenski. Lo que había comenzado como un paso previo para
un acuerdo sobre la riqueza mineral de Ucrania que reforzaría el apoyo de Trump
a Kiev en posibles negociaciones con Rusia se convirtió en una debacle.
Durante la administración Biden, la guerra en Ucrania fue
un momento de galvanización para lo que se puede describir como el “Occidente”
geopolítico: las naciones e instituciones que han dado forma a la alianza
transatlántica durante décadas. Estados Unidos aumentó la ayuda para la defensa
de Ucrania, pero también ayudó a coordinar la respuesta de Europa. La OTAN
reforzó sus capacidades y amplió su membresía. La Unión Europea dio la
bienvenida a millones de refugiados ucranianos y reunió enormes sumas de ayuda
financiera para Kiev, mientras los líderes occidentales defendían sus valores
compartidos en defensa de la soberanía de Ucrania y la democracia en conflicto.
Ese apoyo puede continuar, pero posiblemente sin Trump,
que nunca ha dado mucha importancia a las alianzas tradicionales de Estados
Unidos. Considera a la Unión Europea una amenaza para los intereses
estadounidenses y a la OTAN un club de socios menores delincuentes. Y apenas
ayer lanzó nuevas advertencias.
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