La sinergia entre la emoción humana y la inteligencia
algorítmica promete resultados fascinantes

Por Redacción – Puro Marketing

La inteligencia artificial ha irrumpido en una variedad
de sectores con el propósito de optimizar procesos, personalizar servicios y
ofrecer innovaciones sorprendentes. Uno de los campos en los que su impacto
está comenzando a ser palpable es el marketing olfativo, una disciplina que ya
ha probado su poder en la creación de experiencias sensoriales inolvidables,
pero que, al mismo tiempo, guarda una conexión emocional profunda con los
consumidores. A menudo se ha dicho que el perfume es un lenguaje silencioso que
habla al corazón, y ahora, con la IA, este lenguaje se está volviendo más
preciso, personalizado y, quizás, aún más evocador.

El marketing olfativo, o aromático, se basa en el uso de
fragancias para influir en las percepciones y emociones de las personas. Este
tipo de marketing se ha utilizado en diversos contextos, desde la creación de
ambientes en tiendas físicas hasta la personalización de productos para inducir
un comportamiento específico en los consumidores. Las marcas aprovechan las
emociones asociadas a los olores para crear experiencias que mejoren la
percepción de sus productos o servicios, creando una atmósfera que se queda
grabada en la memoria sensorial del consumidor. En este sentido, los aromas
pueden evocar sentimientos de tranquilidad, placer o incluso excitación, todo
lo cual impacta directamente en el comportamiento de compra.

Pero, ¿qué sucede cuando la inteligencia artificial entra
en juego en este campo? En lugar de verse como una amenaza para la autenticidad
o la creatividad del perfumista, la IA está siendo utilizada como una
herramienta para amplificar las capacidades humanas. La habilidad de la IA para
procesar grandes volúmenes de datos a gran velocidad le permite identificar
patrones complejos, tendencias de consumo y preferencias personales que podrían
escapar al ojo humano. Esto abre la puerta a un marketing olfativo mucho más
personalizado, donde los perfumes y aromas no solo son seleccionados por su
composición olfativa, sino también por su capacidad para resonar emocionalmente
con un público objetivo.

Tal y como señala
Sylvain Eyraud, Vicepresidente Global de Marketing y Comunicación de Takasago,
desde el 2018, el concepto de Algorithmic Perfumery ha permitido la creación de
fragancias personalizadas basadas en las características individuales de cada
consumidor, como su personalidad, emociones o incluso el contexto en el que se
encuentran. Este tipo de proyectos no solo han permitido a las marcas ofrecer
experiencias más cercanas y ajustadas a las necesidades de sus consumidores,
sino que también han abierto un nuevo capítulo en la historia de la perfumería.
Lo que antes se consideraba un arte estrictamente humano ahora se complementa
con el poder de la inteligencia artificial, que puede generar fórmulas, crear
nuevos conceptos o incluso modificar los ya existentes, contribuyendo a la
creación de productos más innovadores y adaptados al público.

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