Santo Domingo. – Hay historias que merecen contarse una y
otra vez, una de ellas acaba de renovarse con fuerza cuando el talento, la
dignidad y la transformación se hicieron visibles en el marco de la Tercera
Feria Artesanal y de Producción del Sistema Penitenciario.

Pero más allá del evento en sí, lo que sigue resonando es
el poder que tiene la formación técnico profesional para cambiar vidas, incluso
detrás de los barrotes.

En los centros penitenciarios del país, el INFOTEP no
solo enseña oficios: cultiva esperanza. Lo que empieza con una clase de
costura, ebanistería o bisutería, termina por convertirse en un camino real
hacia la reinserción, donde cada habilidad adquirida es un paso más hacia la
libertad interior y social.

Hoy, cuando aún se exhiben los productos elaborados con
manos decididas a cambiar, el mensaje es claro: sí es posible salir
transformado de una prisión.

Aprender para transformar

Durante la feria, celebrada en el Pabellón de las
Naciones del Centro de los Héroes, el pasado mes de mayo, decenas de personas
privadas de libertad mostraron al país lo que han sido capaces de lograr con
formación, disciplina y compromiso.

Desde muebles hasta carteras, calzados, piezas
decorativas, ropa y bisutería, los productos exhibidos y vendidos al público
fueron elaborados en su totalidad por internos e internas formados por el
INFOTEP en los centros penitenciarios.

Entre ellos, destaca la historia de Ángela Campusano, de
41 años, quien lleva seis años recibiendo formación técnica dentro del CCR-2
Najayo Mujeres.

“He realizado 52 cursos en INFOTEP y seguiré
capacitándome. También soy profesora dando clases a niños de San Cristóbal y me
ha ido muy bien. De lo que hago ahora mantengo a mi familia, le pago los cursos
a mis hijos, su universidad, y también me mantengo yo misma”, expresó con
orgullo.

Ángela, como muchas otras mujeres recluidas, descubrió
dentro de la cárcel un propósito que en libertad quizás nunca habría imaginado
alcanzar. Hoy vende pulseras, collares, cintillos y otros artículos hechos a
mano, fruto de una nueva visión de vida forjada en el aprendizaje.

Una libertad que se teje desde adentro

El testimonio de Herna Beriguete, de 31 años, reafirma la
dimensión emocional que tiene esta formación en contextos de encierro.

“Hemos trabajado con cristales, mascarillas, lazos y
mochilas. He aprendido costura con mucha dedicación. Estar en constante
formación me ha hecho sentir libre y con la mente despejada”, relató.

Con sus ingresos ayuda a sus hijos y a su madre,
demostrando que, incluso en condiciones adversas, se puede ser sostén y motor
de un hogar.

Del mismo modo,
Humberto Ogando, de 42 años, valora lo aprendido con una visión emprendedora.
“El INFOTEP no solamente me ha ayudado a sobrellevar mi condena, sino también
dotándome de herramientas para trabajar y salir adelante decentemente con mi
propio negocio”, expresó, mientras presentaba las canastas y cofres que elabora
con tejido de guano. 

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