La salud visual se convierte en una
herramienta esencial del estudiante

Santo Domingo, RD, septiembre 2025.
Aprender también depende de lo que ven. Cuando un niño o niña tiene
dificultades en su rendimiento académico, se suele pensar en falta de interés,
problemas de conducta o trastornos del aprendizaje. Sin embargo, muchas veces
la causa está en algo tan desapercibido —y a la vez tan trascendental— como la
calidad de su visión.

En la Unidad de Oftalmología y
Catarata (UOC) se ve con frecuencia cómo una consulta visual a tiempo puede
marcar la diferencia en el desempeño escolar. Según la American Optometric
Association (AOA), se estima que hasta el 80% del aprendizaje en la infancia
depende del sentido de la vista, lo que hace que una buena visión sea esencial para leer, escribir, jugar y relacionarse
con su entorno.

Desde pequeños aprenden observando.
Desde los primeros meses de vida, la visión juega un rol fundamental en el
desarrollo. Los bebés y niños pre verbales aprenden principalmente a través de
la observación: imitan gestos, reconocen rostros, siguen objetos con la mirada
y comienzan a comprender el mundo observando lo que ocurre a su alrededor. Si
la visión del niño o la niña no se encuentra en condiciones óptimas, ese
aprendizaje temprano se ve limitado, y muchas veces los padres no notan que
algo anda mal porque el niño no puede expresarlo verbalmente.

En la edad preescolar, los niños aún
están desarrollando sus habilidades lingüísticas, por lo que la observación se
convierte en una herramienta clave para sus primeros aprendizajes. Esto puede
dificultar que expresen con claridad si están experimentando problemas
visuales, como visión borrosa.

En el aula también se nota. Ya en edad
escolar, los problemas visuales no corregidos —como la miopía, la hipermetropía
o el astigmatismo— pueden hacer que el niño no vea bien el pizarrón, lea con
dificultad o se canse fácilmente al estudiar. Esto se traduce en bajo
rendimiento académico, falta de atención, desinterés aparente e incluso
problemas de conducta. En muchos casos, estos signos son interpretados como
desobediencia o falta de motivación, cuando en realidad lo que ocurre es que el
niño no ve con claridad

La mayoría de los niños no dicen “no
veo bien”, pero el cuerpo da pistas. Por eso, los especialistas de la UOC
recomiendan estar atentos a cambios sutiles que muchas veces no se relacionan
directamente con la vista, pero sí tienen que ver con ella. Es fundamental
realizar exámenes periódicos en la edad escolar y estar atentos a signos como
acercarse demasiado a los objetos, frotarse los ojos, entrecerrar los ojos,
entre otros, para detectar posibles problemas visuales de forma temprana y
garantizar una atención adecuada. Un síntoma frecuente pero poco relacionado
con la vista por muchos padres es la cefalea (dolor de cabeza). Cuando un niño
se queja de dolores de cabeza frecuentes, especialmente después de leer o hacer
tareas, puede ser una señal de que está haciendo un esfuerzo visual excesivo.
En algunos casos, la cefalea es el único síntoma presente de un problema
visual.

La buena noticia es
que muchos de estos problemas se pueden corregir fácilmente si se detectan a
tiempo. Un chequeo oftalmológico puede cambiar el rumbo de la vida escolar de
un niño. No siempre se trata de falta de interés: a veces, es simplemente que el
niño no ve bien.

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