Pablo Vaca      Clarín | 7 Minutos

No son días
fáciles para Cristina Kirchner. De hecho, probablemente, nunca fueron tan
difíciles. Su hábitat ya no es al Patio de las Palmeras, desde donde arengaba a
la militancia. Ni siquiera el Instituto Patria. Ahora apenas puede salir al
balcón del segundo piso de San José 1111 a saludar a una reducida feligresía.

Es el lugar
donde hizo su inesperado baile del domingo 26 de octubre, en medio de la fuerte
derrota electoral del peronismo, gesto que se convirtió en un símbolo del
malestar con ella de buena parte de la dirigencia justicialista. Parte del
peronismo entendió que el planteo “frenar a Milei” fue fallido y que deben
reinterpretar a una sociedad que les dio la espalda.

Cristina, en
cambio, publicó un documento donde hace gala de su saber omnisciente y, por las
dudas, enseguida culpa de la derrota al gobernador bonaerense Axel Kicillof por
desdoblar las elecciones. El documento es revelador del cristal con el que la
expresidenta mira la realidad. En él anuncia una “fuerte ofensiva para romper
el peronismo” con su propio caso como ejemplo. Es que desde este jueves estará
sentada nuevamente en un banquillo de los acusados, en lo que será el juicio
por corrupción más grande de la historia argentina. Los cuadernos de las
coimas.

El juicio puede
durar un par de años y la pena para la exvice puede llegar a los 12 años.
Siempre le quedará la posibilidad de salir a bailar al balcón.

¿Empezamos con
las noticias? Que tengas un buen martes.

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