RAFAEL
PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
La
primera necesidad que  ha de satisfacer
un escritor que se proponga escribir 
novela, debe  ser  mirar lo que ocurre o ha ocurrido en su
entorno,  captarlo,  penetrar en ello, asimilarlo, transformarlo y
devolverlo a la sociedad como obra literaria.
Así
ha surgido el texto “No les guardo
rencor, papá”.
Esta novela compacta, de apenas 64 páginas,  incluye un universo amplio donde  los personajes actúan, conforme a sus
características, para  realizar una trama
intensa y palpablemente dinámica.
Lo
más apreciable es que su autor, René Rodríguez Soriano,  quien ha alimentado su formación  literaria en diversas corrientes, captadas
por sus intensas lecturas y su trashumancia por el mundo, ha recurrido  al vínculo entrañable con su lar nativo para
crear una  obra de arte con
materiales  proporcionados por sus
recuerdos infantiles.
El
escritor nació  en Constanza, donde vivió
su infancia, y allí fue testigo inocente del arribo  de una expedición de jóvenes idealistas que se
proponían derribar la dictadura de los Trujillo. La novela es una perfecta
recreación de la atmósfera social y política 
predominante en aquel momento (en 1959)  y a lo largo del régimen despótico. Se habla
en voz baja; se escucha, muy  discretamente la radio de Cuba y Venezuela; la
rebeldía de los jóvenes, representada por Manuel, un estudiante universitario;
el conservadurismo del padre que quiere evitar riesgos a su familia.
El
progenitor impone un silencio que es 
extensión del  que había  diseminado 
el trujillato sobre el haz del territorio dominicano, y viene el choque
generacional con el hijo mayor,  quien
asume conciencia política porque  ha
desarrollado  su capacidad de  pensar y tiene otra concepción de la vida en
sociedad. 
De
la  novela se ha dicho  es el género que más se nutre de la historia,
sin que sus propósitos y su forma de elocución puedan confundirse con esa
ciencia. La función de una y de otra están claramente definidas y especificadas,
no obstante las coincidencias que pueden encontrarse. Desde luego, que la
literatura no deja de ser creación porque el autor se haya fundamentado en
hechos y personas reales para diseñar sus personajes y atribuirles las acciones
que constituirán la trama de una novela.
En
el desarrollo de  “No les guardo rencor, papá” (Editorial Santuario, 2017)   se aprecian tres planos cabalmente
diferenciados que confluyen para estructurar esta novela, nutrida de hechos
reales, que han sido esmeradamente procesados para obtener un producto bien
pulido y con vocación  de perdurabilidad.

“No les guardo rencor, papá”,  de René
Rodríguez, no es  una novela histórica ni realista, se trata más
bien   de una composición reflexiva  y simbólica, enraizada en experiencias reales. 

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