Por el Caribe
sociales no estuvieran en lo fundamental esparciendo sandeces, mentiras y
desinformación podrían servir de herramienta a una opinión pública vigilante y
participativa, además de lo que por definición les dio origen (socializar).
Pero con su casi omnipresencia, también ocupan otro rol, igual de pernicioso
que la difusión de hechos sin atender a su procedencia y objetivo, y es que
contagio hasta a sus críticos, que se desviven por publicar contenidos
fabulosos y actos maravillosos de sus vidas privadas.
En esa misma
onda resulta deplorable que los medios tradicionales sucumban a su inmediata
por mayor lectoría, y que personas influyentes y de prestigio se dejen
embriagar y compartan información inexacta desde la posición de confianza
ciudadana que inspiran, lo que daña más que cualquier fake news.
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