Redacción Caribbean News Digital

Una mirada desde mi experiencia como
dermatocosmiatra

¿Qué es la cosmeticorexia?

La cosmeticorexia es una adicción
creciente al cuidado extremo de la piel, que se traduce en una búsqueda
obsesiva por alcanzar la piel “de filtro” que imponen las redes
sociales. A diferencia de una rutina saludable, esta obsesión incluye el uso
compulsivo de productos, activos inadecuados para la edad y un vínculo
emocional dependiente con la imagen personal.

Aunque aún no está incluida como
diagnóstico clínico en los manuales psiquiátricos, tiene puntos en común con el
trastorno dismórfico corporal, que implica una preocupación excesiva por
defectos físicos mínimos o inexistentes.

Redes sociales: el nuevo espejo tóxico

Las redes como TikTok e Instagram
están repletas de tutoriales con rutinas de 10 o 12 pasos, promovidos por
influencers sin formación, donde chicas de 10 a 13 años aplican ácido
salicílico, retinol, niacinamida, mascarillas exfoliantes y tónicos con perfumes.

Según un estudio de Boston University
School of Medicine, el fenómeno de “Snapchat dysmorphia” —cuando los filtros
crean estándares inalcanzables— está asociado al deseo temprano de cirugías
estéticas y baja autoestima.

En TikTok, hashtags como #SephoraKids
acumulan más de 400 millones de vistas. Y lo más preocupante es que el 70 % de
estas rutinas no incluyen protector solar, según un relevamiento del portal
Worldcrunch.

Consecuencias físicas y emocionales

Irritaciones, quemaduras y manchas: el
uso precoz de retinol, ácidos o peeling caseros puede dañar gravemente la piel
infantil.

Distorsión de la autoimagen: buscan
eliminar poros, brillos o granitos normales en la pubertad.

Ansiedad, dependencia y frustración:
si no logran verse como esperaban, sienten que fallaron o se angustian.

Aislamiento social: evitan actividades
como natación o campamentos por miedo a mostrarse sin maquillaje o con la piel
“real”.

¿Qué pueden hacer los padres?

Acciones cotidianas – Cómo aplicarlas

Hablar sin juzgar: Preguntarles qué
ven en redes, qué sienten con su imagen. Escuchar primero es clave.

Supervisar rutinas: Para piel
adolescente basta con: limpieza suave, hidratación y protector solar. Nada de
ácidos o activos potentes sin indicación profesional.

Poner límites al consumo: Establecer
horarios de uso del celular. Fomentar momentos offline en familia.

Promover otros intereses: Deportes,
arte, naturaleza, lectura. Actividades que fortalezcan la autoestima desde
otros lugares.

Elegir referentes sanos: Seguir
cuentas que promuevan la belleza real, la salud mental y la diversidad.

Dar el ejemplo: No
critiquemos nuestro cuerpo ni el de otros frente a los chicos. La autoestima se
modela.

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